Ella era el monstruo de cada una
de sus pesadillas, y a veces no importaba. No importaba lo que pudiese sentir,
las razones que le habían llevado a vestir aquel saco de oscuridad, solo que
ella debía ser el monstruo y el verdugo; ella debía asesinar a aquella bestia
antes de que se comiese todo lo que era, antes de convertirse en aquello que
vestía, antes de empezar a creer en lo más profundo de su ser que ella era
aquel monstruo del que todos hablaban...
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