jueves, 23 de febrero de 2023

Catastrofista.

Supongo que debí estar errada al creer que nuestras almas se habían tocado, que nuestra conexión iba más allá de lo trascendental de la cotidianidad y nuestra unión era una elección suprema de una entidad enérgica cuya participación en mi vida siempre acaba por convertirse en nefasta.

¿Qué absurdo, eh? Hasta la espiritual y “antisistema” tía es capaz de darse cuenta de que el mundo no es tan especial como ella se empeña en verlo.

Tal vez sea porque me niego a aceptar una realidad que me consume y viste de luto, ¡el pagano mundo humano!

En esta toma de contacto con la realidad… Me pregunto si notas mi ausencia, si me echas de menos…

Es una pregunta aún más absurda que creer en el destino, cuando ya me dejaste claro que, incluso mi presencia ha sido motivo de tu ausencia… no me quito esa frase de la cabeza; no bajabas por no verme. Es un pensamiento que entierra mis sentimientos en el subsuelo y me recrimina haberlos tenido.

Que lo nuestro era especial… Sí, ya, como si yo hubiese representado algo más profundo que el mero contacto carnal de nuestros cuerpos para ti.

Lo peor… lo peor es que lo único que remuevo en ti es lástima. La tristeza de poder hacerme daño, pero no esa otra tristeza profunda, hermosa, de sentir que me has perdido y dar ese paso por querer estar conmigo, por demostrarme que esa coraza existía pero prefieres romperla por conocerme, en serio… ¡que alguien me quite este blog de las manos!

Es posible que mañana todo esto carezca de sentido, pero no sabes lo bien que sienta dejarte ir entre palabras, en el blog que nunca vas a leer. Ahora, tal vez más que nunca, me siento una mujer completa y única, sin necesidad de más cuentos y estúpidas conexiones irreales.

Ya van dos capullos, mejor ahorrarse al tercero.

lunes, 20 de febrero de 2023

Nostalgia.

Tu recuerdo sigue impregnando cada rincón de esta casa.

A veces me sorprende tu risa, tan aguda cuando algo te llenaba el alma, otras veces es tu voz, grave, aterciopelada, lista para deleitarte una noche entera de tertulia o para caer en otro de nuestros juegos de lenguajes inventados.

Tus ojos me siguen llenando el interior, tan distintos a través de tus gafas de cuando te las quitabas para irnos a dormir, pero sin perder ni un ápice de belleza, y tus labios, tan tiernos cuando me refugiaba entre tus brazos, tan calientes cuando decidíamos trascender a otra galaxia juntos.

Me hubiese gustado conocernos más adelante. Más maduros, con más temple, más perseverancia, porque yo sé que eras la persona adecuada para acompañarme el resto de mi vida, jamás tuve dudas, y a día de hoy me sigue partiendo el corazón que fuésemos tan jovenes como para resistir la mala racha, ese primer y último asalto.

Paso largas temporadas en las que consigo olvidar que existimos, pero luego, tu recuerdo vuelve con más fuerza, y vuelve a empezar la rueda… la lucha interior entre necesitar que vuelvas y sentir que debo olvidarte de una vez.

¿Cómo hacerlo? Dime… si siguen apareciendo caminos que me llevan a ti. 

Este fin de semana tuve que ir a nuestro viaje con otra persona, a nuestro concierto. Tocaron una vieja canción, de esas que tan descaradamente me recuerdan tu existencia… ¿te imaginas lo que cuesta no llorar en un momento que, se supone, debe estar siendo feliz?

Tú sabes que, antes de que tú llegases, amé a alguien con la mayor de las intensidades, lo que tal vez no sepas es que nunca había amado a alguien tan profundamente como a ti. Nunca había sentido el amor, en su faceta madura, recorrer mi interior.

Ahora, tengo miedo de volver a sentir, no me es fácil dejarme llevar. Ya no soy la misma persona que construía un fuerte de sábanas y unos gorritos de papel de aluminio, ya no me imagino envejeciendo con nadie.

A veces me pregunto si te llevaste contigo los malos momentos que vivimos, porque soy incapaz de recordarlos. Aparecen a ráfagas y los sustituye tu esencia, y ciertamente lo prefiero así, prefiero no poder olvidarte porque juntos… juntos teníamos un universo propio.

jueves, 16 de febrero de 2023

Reminiscencia.

Ni tú tan frío, ni yo tan ardiente, eso es lo que se dirán futuras versiones de nosotros mismos, cuando decidan recordar aquellos tiempos pasados en los que fuimos sin ser.

Yo recordaré que encontré un alma entre tanta gente, que sentí tu corazón como si su dolor fuese mío.

 Recordaré por qué no quise irme nunca, aunque mi cabeza fuese un atroz quebradero de indecisiones, una desequilibrada vorágine entre las vísceras y el raciocinio.

Me diré que tus ojos hospedaban un vacío familiar al mío, me veía reflejada en ese fulgor mortecino que me traía de cabeza. Que moría en tu media sonrisa, tan dulce como mordaz.

Que nunca supe con certeza qué sentías por mí, pero, desde luego,  yo sí sentí por ti... supongo que nunca es tarde para confesar que , entre los huesos de tu sofá, encontré una calma vivida, un hogar tan propio como ajeno, un lugar en el que recobrarme del angustioso paso de los días.

Creo que la inclemencia de la intermitencia fue mi peor aliada, porque no llevo bien la inconstancia, aunque me hubiese gustado enorgullecerme de lo contrario.

Nunca fui ni tan comprensiva, ni tan buena, pero hubo un tiempo en que sí que me creí tuya y con eso me bastaba. Tenía suficiente con que tu imagen me acompañase al dormir y también al despertarme, con la ilusión de saberte conmigo.

Es probable que, cuando leas esto, nuestra relación haya mutado. Tal vez los sentimientos sean más puros y menos explosivos; más maduros.

Espero poder seguir recorriendo parte del camino juntos, incluso si ya no nos desvestimos, nunca pierdo la esperanza de seguir desnudándonos el alma, seguir incendiando un pedazo de las cenizas del otro.

Conocernos ha sido dulce, triste, curativo, ansioso, feliz, ardiente... pero, desde luego, no una coincidencia, yo no creo en ellas. 

Espero que a día de hoy sigamos perpetuando esa coincidencia hasta convertirla en reincidencia. Hayamos dejado de ser dos extraños y seamos, de una vez, parte del otro al mirarnos a los ojos.

Y, aunque no vayas a entenderlo, gracias por haber mantenido viva la llama, no la de la pasión... la del alma del poeta.

miércoles, 15 de febrero de 2023

Balanza.

Anoche volví a acostarme pensando en ti.

Mi mente vaga por todos los lugares que no hemos sido, revive también aquellos donde dejamos un pedazo de nuestra esencia juntos.

Sigo consumiéndome a la espera de las palabras que no llegan, recordándome que salía de nuestro idilio justo por ello. Qué irónico que ese vaya a ser nuestro matiz final… otro quebradero de ausencia.

Tú mente es un estado plano al que me gustaría tener acceso, puede que así pudiese haber seguido dedicándote muchos más versos. 

Ahora, me tocará ver cómo se apaga nuestra llama, forzarla a que se extinga porque ya no podrá haber un nosotros más adelante, no después de haber tocado tu alma y que no se haya incendiado con la mía.

Aún hoy, cuando pienso en ti, me gustaría poder luchar por abrir esa coraza ficticia que he creado, para justificar que no nos estemos comiendo a besos, para justificar que no tengas ganas de crear un mundo conmigo y olvidar el que tan tortuosas cargas nos ha puesto en el camino.

Me gustaría poder cogerte de la mano y restar peso a tus problemas… que tú también restases peso a los míos.

Creo que el orgullo y, tal vez, el miedo, van ganando esta partida.

Se acerca nuestra meta, dime… ¿qué está hundiendo la balanza?