jueves, 30 de mayo de 2024

Fragmento.

Querido mendigo,

Últimamente, todo han sido despedidas. Las personas se tornan encapsulaciones de arena, que acaban por desdibujarse en el tiempo, una vez las has dejado ir. Es complejo, porque, llegado ese punto, la mente disocia y parece que esas personas nunca ocupasen un lugar real.

(…)

lunes, 20 de mayo de 2024

Despierta.

Despierta. Sigo despierta.

Hoy no he tomado ninguna pastilla, he preferido que mi mente se debata en ese tormento eterno por saber qué quiero.

Ahora mismo, estoy triste y con poca fuerza. Te diría algo muy distinto si hubieses preguntado hace unas horas, cuando sentía que podía enfrentar al mundo entero por poder resguardarte entre mis brazos.

Ahora me siento estúpida. Una estúpida que espera.

Ahora, me pregunto qué espero, me pregunto si mi confianza se está resquebrajando o si soy yo la que lo hace.

Hoy, siento que el amor no es un idilio. Que no va a aparecer la persona perfecta y vamos a tener algo precioso y duradero.

El amor es una construcción, es trabajo.  Es no guardarse lo que uno siente porque sabes que la otra persona puede escucharte, porque sabes que no es blanco o negro y que habrá un acuerdo que os hará sentir queridos, que el dolor no se expone para reclamar nada, sino para hacer que las cosas funcionen mejor y evitar que se quemen.

Que el amor no es sano de origen, que se construye con otra persona, que no está sana, al igual uno mismo, porque ¿quién lo está hoy en día? Que tampoco es perfecta ni tiene todo lo que quieres, porque esa persona ideal no existe, y siempre habrá algo con lo que lidiar. No se puede tener el control, solo acuerdos que acerquen a esos dos corazones a entenderse un poco mejor.

Hoy… hoy estoy triste. Porque tu partida ha sido tan abrupta que me duele no saber qué pasaba por tu cabeza este tiempo como para que, los acuerdos en los que yo creía que nos encontrábamos, te estuviesen alejando.

Hoy no entiendo cómo se ha roto todo de un día para otro, igual es que te has cansado de que nunca haya sido fácil, no puedo culparte tampoco por ello.

Mi balanza tiene un agujero, y se escapan por él las cosas buenas al no tenerte cerca para construirle juntos un parche. Hoy pienso más en que te estoy forzando a quedarte cuando ya me has dicho que quieres irte. Cuando, supongo, habríamos puesto otro acuerdo si te quisieses quedar.

Hoy me siento culpable por las palabras que hayan sido un ancla para ti, porque las decisiones no se toman a la ligera y, si ya la tomaste la otra noche ¿quién soy yo para tener que hacerte ver lo contrario?

No soy nadie, ni quiero serlo. No así. Si hace tiempo que te falta algo conmigo, si no soy la persona que te llene, tampoco quiero que te fuerces a que lo sea.

Yo quiero mi relación sana con quien quiera también construirla conmigo, y será difícil. Más ahora que viene el duelo, pero esta vez… esta vez ya tengo cita para empezar con mis herramientas. Estoy contenta por ello, que es más de lo que podría decir de mí hace dos años.

Stolen Dance.

Nos arrebataron el paraíso, ese al que sólo las personas de las flores tienen acceso. Nosotros tuvimos que contentarnos en imaginar cómo sería, cómo habría sido que nuestra infancia no estuviese cimentada en un mar de cenizas, en imaginar cómo sería cruzar las puertas de esa utopía y haber crecido felices, al margen de una historia manchada que todavía nos persigue.

Parece no importar todo lo que afrontemos al miedo, él siempre se hace más fuerte y nos recuerda por qué no podemos ser personas normales, simplemente, los idilios pertenecen a las personas de las flores, que no se complicarían en trabajar el entramado complejo de una relación que se salga de ese paraíso. Tal vez ellos las tengan, porque debe de ser mucho más fácil convivir con alguien que no tiene traumas. Tal vez por eso sean felices y siempre tengan flores.

Yo, me contento con las épocas en las que soy realmente feliz, porque creo haber encontrado a alguien que no teme a la profundidad de mis heridas, porque me conoce lo suficiente para saber que no me rindo nunca, a menos que quiera que me rinda. Y abrazo mi dolor cuando decide irse, porque valoro lo feliz que he sido.

Yo solo quiero ser una persona de las flores, quiero borrar toda mi historia y hacerla de nuevo. Quiero que no me siga condicionando esa soledad, ni ese miedo. Quiero no sentir tanto y poder expresar todo de otra manera. Pero, a veces, no puedo, porque, por mucho que haya trabajado y lo siga haciendo, a veces, soy esa persona rota, y no me queda más que abrazar mis pedazos hasta recomponerlos otra vez, y es algo complejo.

Supongo que tú debes sentirlo igual y prefieres no hacer frente al miedo, porque, a veces, es más sencillo dejarlo ganar. Yo lo sé. Sé de sobra lo que aterra y lo que cuesta, cuando nos hemos criado así, con una coraza para protegernos del mundo que sólo nos hacía daño. Yo lo sé de primera mano, no puedo culparte ni odiarte por ello. Me gustaría abrazarte y pedirte perdón por no haber sabido ver esa parte tuya que estaba volviendo a la coraza. Ojalá haberla visto antes para saber que esto te estaba superando y que necesitábamos ayuda, me duele pensar que es tarde y que te he perdido, que esa horrible sensación de no encontrar a la persona a la que amas en el brillo de sus ojos va a volver, que, ahora, vas a ser un extraño que no me quiere ni ver...

Pero tienes que estar contento, estos días le gano a batalla a mis sentimientos, y he pedido ayuda para no dejar que me engullan. Tienes que estar tranquilo si esta decisión es la que necesitas, yo no voy a estar sola y tú tampoco lo estarás y, si ya no quieres luchar, te guardo un sitio en mi corazón para cuando hayamos dejado de sentir, para podernos apoyar desde la amistad, que es el final que se merece esta historia tan bonita.

domingo, 19 de mayo de 2024

Duelo.

Me duele el cuerpo, los huesos. Siento cada parte con una palpitación fuerte, como si las entrañas me desgarrasen y apretasen cada desgarro.

El aire llega extraño a mis pulmones; el corazón no está bombeando como debería.

El suelo es frío y hace que me sacuda como un trozo de tela al viento, y este ardor... este ardor oprime mis intestinos con candencia, dispuesto a fundirme el alma si se lo permitiese.

No voy a permitírselo, aunque sé que tengo que habitar un tiempo con todo ello. 

No puedo sola esta vez, y es algo que nunca antes me hubiese permitido decir, pero me hago mayor y no puedo con todo; ya no tengo esa pretensión en mí misma.

Ahora, miro de frente esta avalancha, y sé que va a engullirme. Sé que va a corroer mi carne y exponer mis huesos, y no puedo hacer como que no me importa o como que no ha pasado, porque el dolor es tan fuerte como imaginaba, y tiene que existir para no mellar mi futuro otra vez.

Cuando pase la tormenta, me imagino en la cumbre, con una mente sana y con todas estas ganas de hacerlo bien, pero ahora, sé que van a irse, y quedarán sustituidas por esas ganas de no sentir todo tanto, que se transforman en una penitencia.

Yo también quiero que las cosas sean más leves, que no me importe tanto lo que ocurre, que no me devore y destroce el amor, como siempre lo hace, pero algo debe estar mal en mí, como para volver a este sentimiento tantas veces.

Me gustaría saber qué es... qué pieza está rota, para poder cambiarla. Para ser el faro de Alejandría y no la barca con remaches que se esfuerza por mantenerse a flote.

Estoy en shock, porque no me lo esperaba.

Porque ha costado tanto construir que pensaba que todo estaba bien cimentado, como para pasar el huracán y seguir conociéndonos; seguir invirtiendo en esta reforma que ambos sabíamos que iba a ser dura, porque siempre lo ha sido, pero bonita, como también lo ha sido siempre.

Ahora, solo tengo esas palabras rondando la mente: "hace un tiempo que siento que me falta algo". Ojalá haberlo sabido todo ese tiempo, para que no lidiases tampoco con esa carga solo, o para haber cerrado mucho antes esto, si te sentías incompleto a mi lado.

Lo que a mí me faltaba, ya lo sabes, no es algo que te haya ocultado. Es algo que he expuesto muchas veces para poder trabajarlo, pero sé que ha sido un mundo para ti y que no soy la persona de tu vida como para poder cambiarlo o invertir más tiempo en una relación que debe ahogarte.

No puedo culparte por ello, a mí me gusta una unión más fuerte y a ti una independencia más marcada, y es algo que ha estado ahí siempre y ha acabado por devorarnos.

El problema es que veo tan fácil la solución para que funcione, veo tan fácil tener ganas, que me cuesta comprender que sea todo un mundo para ti, pero eso es porque no soy yo la persona adecuada y es con eso con lo que debo de quedarme para no romantizar una ausencia que no se ha paliado.

Me llevo, sobre todo, una buena sensación, porque lo que teníamos era una construcción muy sana. Se hacía difícil porque no barríamos los problemas debajo de la mesa, los afrontábamos, y eso es lo bonito.