viernes, 14 de abril de 2023

Orgullo.

La primera vez que te fuiste, cuando nuestras almas había conectado, asumí tu ausencia hasta que volviste.

La segunda, aunque más dolorosa, puse asumir que desaparecías. Que te habías ido sin decir nada, de nuevo. Tuve que rellenar tu hueco con otro fragmento de existencialismo, de esos que me duelen y me gustan. Luego volviste y yo estuve ahí, para entender tu segunda ausencia, para ofrecerte mi segunda oportunidad.

Te has vuelto a ir y, ahora, tu ausencia cala el pecho y vuelve a dejarme desnuda. Vuelvo a estar sola frente a un mar de rostros sin esencia. 

Ahora que no estás, he dejado a un lado la inocencia. Esa que me hace salvar a todo ser humano, que no quiere aceptar que todos, absolutamente todos, actuamos egoístamente; incluida yo.

Puedo ver esa parte de humanidad que te falta, esa parte ruin que tienes, también esa otra parte de luz que he apagado. Sé que es por eso que no estás. Sé que de mí no ibas a esperar nunca amistad.

Me hubiese gustado decirte muchas cosas. Que hablar contigo era conectar con un alma, de esas que tengo pocas en mi vida. Aunque, cuando salía esa parte de luz que veías en mí, me llegaba a sentir atrapada, parte de alguien, un objeto, una posesión.

Es así cómo me he sentido esta última vez, al ver que has cerrado la puerta con llave. Que no te ha gustado que me incendie para ser feliz.

Recaigo en pensar si te estarás preguntando el por qué él,  por qué no has sido tú... 

Es muy sencillo; porque tú no estás roto, ni como él, ni como yo. Porque, a esta parte rota que me lleva devorando un año las entrañas, no la entiendes. No entenderías que me acerque a ese tipo de personas que, de sobra sé, no llevan a ningún lugar y que lo haga justamente por eso... porque no llevan a ningún lugar.

Porque me encienden la parte triste, el dolor, la melancolía. Esas partes que tú solo  has conseguido realzar con tu ausencia.

Me hubiese gustado encontrarte en un camino en el que hubiese florecido al completo. En el que pudiese acompañarte hasta que nos cansásemos del otro, en el que no dejásemos de sorprendernos, de conocernos, de redescubrirnos. Pero te has cruzado cuando aún transito la nostalgia, cuando todavía me aferro al dolor y los sentimientos de un día para sentirme viva, porque justo ahora, me cuesta sentirme vida.

A veces lloro, por Aslan, por Sergio, por papá. Tengo el alma rota, al igual que el corazón, ¿qué querías sacar de ahí? Lo sabías desde un principio.

Yo no le deseo una persona rota a alguien como tú.

Supongo que esa es la parte bonita.

La otra parte son mis sentimientos profundos. No los que te entienden, los que saben que querías salvarme, que querías acompañarme, que, ahora, saben que sentías de verdad por mí. Los profundos dicen otras cosas...

Dicen que yo tenía que salirme del alma del poeta ahora mismo para hacerte feliz a ti, cuando a todo mi interior sigue apeteciéndole recrearse en el dolor que nos hace sentir vivos. Que no podía tener días de ausencia, de desaparición. Que tenía que mantenerme sin mover ni un dedo, sin incendiarme con alguien de un día solo porque tú alimentabas tus sentimientos en la esperanza, aunque no quisieses reconocerlo, y eso no es justo...

Mis sentimientos profundos me han encarado. Me han dicho "te lo dije" cuando te "he fallado". Me han recordado que tu permanencia a mi lado era puro interés, que yo te avisé, te expliqué que ya había pasado por aquí antes y te dio igual, porque "no me ibas a sexualizar". Y lo hiciste. Y herí tu orgullo. Y ahora no estás, ni volverás a estar.

"Yo no nací para complacer a nadie" me he estado repitiendo. Mientras tú te repites que miraba solo por mí... Si hubiese mirado solo por mí, no hubiésemos hablado como lo hacíamos, no habría entendido cada vez tus sentimientos, aunque fuesen discordantes de los míos. No te hubiese dejado volver dos veces. 

Tú creías que miraba por mí porque te haya pedido desconectar dos veces y eso es, precisamente, no dejarme ser... ¿te imaginas que hubiésemos seguido así? 

Yo sintiéndome mal porque tú no me dejas ser. ¿Por qué habría de sentirme mal por necesitar soledad frente a alguien que no entiende qué es eso? ¿Qué es sentirte tan triste que necesites estar solo contigo mismo? Que me dice que trata de entenderlo pero no es cierto porque, cuando hago algo que no se ajusta a sus planes, le dan rabietas y se enfada, y me deja de hablar, y me saca de su vida.

Quería recalcar todo esto para que cuando te eche tanto de menos, tanto como hoy, me pueda recordar que te has ido porque has querido. Porque yo, soy libre y no tenía ningún compromiso contigo por el que me tenga que estar sintiendo como una mierda. Alguien que te hace sentir así, ¿realmente te quiere? O solo te quiere como el ideal que tiene de ti y , cuando lo rompes, cuando no actúas como se ha impuesto que tienes que actuar, te trata como basura. Te echa como si no fueses nada.

Hubiese entendido una ausencia con caducidad, de esas para dejar de sentir, de índole reparativa. En la que hubieses aceptado nuestra verdadera condición, la de amigos y hubieses vuelto para permutarlo.

La ausencia del orgullo... esa no la entiendo y tampoco la salvo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario