martes, 1 de octubre de 2024

Rasguño.

A veces pienso que me gustaría dedicarle a alguien mi primer libro. Poner esa dedicatoria que me haya salido rasgando el corazón, dedicarle mi primera copia y crearle una edición especial a mano. Una en la que agradecerle el apoyo, el esfuerzo, el haber estado ahí, a mi lado, deseando leer unas páginas más de esa esencia en la que radico, en la que paso largas temporadas consumiéndome, en bloqueos creativos, u otras tantas feliz, henchida, orgullosa.

Luego, recuerdo que a nadie le importan tanto mis escritos. Nadie se desvive por leer los versos de mi mente. Mis palabras son huecas porque no me llegan a nadie… y se me instaura este tremendo dolor en el pecho, ese que me dice que se me acabará la vida y mis palabras no habrán sido el abrigo de nadie.

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