martes, 3 de octubre de 2023

Un mar de cadáveres.

Y qué bonito haberte encontrado, flotando a la deriva en este mar de cadáveres. Parece que tú siempre hayas estado ahí, observándome de lejos, entre ellos.

Un cuerpo que rezuma vida, un alma que hace vibrar el agua, y yo tan ciega para no percibir esas ondas de calor esparcirse y tratar de llegar a mí.

Me costó mucho seguir a flote. Apartar los cuerpos y nadar en pos de tierra firme. Aún sigo haciéndolo; nadar entre ellos. 

A veces con desesperación, como un rayo que me parte antes de llegar a sacar la cabeza fuera del agua. Otras, soy yo la que se alza sobre ellos, con la fuerza de quien se cree victoriosa sin siquiera haber llegado a la meta. Pero siempre en movimiento, sin importar si nadaba o, simplemente, dejaba que mi cuerpo fuese arrastrado por el vaivén del oleaje.

Cuando miro en tus ojos, en el brillo pardo de esas dos llamas devolviéndome la mirada, y veo arder el fuego de tu vida, me pregunto cuánto tiempo hace que transitas también este mar, putrefacto y desolador. 

Me pregunto si, cuando me miras a los ojos, también sientes que mi corazón te acompaña, si también sientes que alguien te sostiene la mano y no va a dejar que te hundas.

Me pregunto si saberme libre y, a la vez, saberme tuya, hace que tus noches sean más livianas. Si también sientes los cimientos de un pequeño hogar empezar a construirse. Si mirarme a los ojos, justo antes de ser uno con el otro, si sonreír mientras lo hacemos, también te embriaga de esta sensación tan familiar y extraña de haber encontrado a alguien a quien conocías de mucho más tiempo…

Si sientes que ya no te importan tanto los cadáveres que vamos dejando atrás en el mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario