miércoles, 17 de julio de 2024

Desplantes.

A veces, en días como hoy, se hace jodidamente duro.

Recuerdo tus besos en mi frente, en mi pelo, tu manera de acariciarme y tengo que irme a estar sola.

Recuerdo los momentos cocinando juntos y viendo una serie, y tengo que permitir que esa tristeza atraviese mi pecho, sin oprimirla.

Es duro, ¿sabes? Aferrarse a las únicas migajas de amor que tengo de ti y tener que hacer una parada en la estación de autoservicio para permitir sentir esa ausencia y luego… luego tener que recordarme, de nuevo, que la persona con la que estaba quería seguir fingiéndolo, pero, realmente, no quería estar conmigo.

Le gustaba tener mi presencia de segundo plano, le gustaba follar conmigo, le gustaba que volcase todo mi ser en entenderle, en estar bien, en controlar la ansiedad que me provocaba su ausencia, en colmarle de detalles, pero no le gustaba yo; sólo mi esfuerzo.

Cuando le gustas a alguien, se nota. Tiene que controlar las ganas de querer estar todo el día contigo, de hablar, de comerte a besos. Yo solo ocupaba un hueco, un vacío de soledad, pero no ocupaba un espacio de valor; no estaba siendo correspondida.

La putada es cargar con eso y tener que enfrentar ese trauma. Es tener miedo a que me vuelvan a tratar así y volver a quedarme ciega, volver a pasar por alto esos desplantes…

Tengo miedo de volver a querer y que no me quieran, no sabes lo jodido que es eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario