domingo, 7 de julio de 2024

Tristeza.

Serviría el café después de que las sábanas se nos hubiesen pegado. Reiríamos por lo tontos que fuimos al haber planeado una mañana, sabiendo que íbamos a estar despiertos hasta tarde.

Junto al café vendrían mis besos, y cinco gatos que querrían salir a la terraza. También otra de esas tertulias con una de mis preguntas, de las que tan poco te gustan porque te hacen pensar. Un: ¿me quieres? Y alguna broma para amenizar.

La tristeza no habría ganado esta lucha, porque mis brazos habrían podido ser hogar. Porque yo lucho de otra manera contra esa tristeza y te habría podido enseñar.

No habría importado nada cuando los dos juntos luchásemos sin rendirnos, porque donde a uno le faltase el otro podría aportar, y aunque fuese cosa de años, juntos habríamos visto salir al sol al final.

Pero yo no puedo dibujar tus ganas de luchar, yo no puedo obligarte a hacer cosas por las que no quieres pasar. Entonces, me toca desdibujar todas estas hojas porque no te dejas ayudar.

Mi mano se va a acabar helando, pero no quiere dejarte de esperar. Tal vez cuando congele en esa espera, me la pueda arrancar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario