¿Qué creéis que debe pensar un loco al que llaman loco pero no sabe que está loco?
Tal vez, hoy me sienta así. Como si alguien me hubiese puesto una etiqueta que desconozco, pero que, de alguna manera, deba llevar arraigada a este traje de piel.
Hoy, en mi ambivalencia puntual, me decanto por el todo y por la nada que encapsula la ambigüedad, y me imagino haciendo todos aquellos placeres disonantes entre sí que, justo por esa disonancia, me mantienen en el borde del hacer y el no hacer… en una caída perpetuada.
Con las mismas ganas en que quisiese hacer todo, quisiese no hacer nada y, en esa nada me agobio y me exalto, y palidezco. También imploro y retorno a las ganas, que, a su vez, me abruman y acongojan, me envalentonan y ensalzan y, a su vez…
Debo de haber bebido de estos pensamientos sin saber que estaba tan adulterados y, ahora, contemplo la penitencia de las palabras de marfil… tan hermosas y gélidas.
Quiero dormir y quiero pensar, y esta otra disonancia me va a dejar en el limbo de la vigilia, otra noche… la condena de quien quiere serlo todo y nada a la vez.
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