Las pequeñas cosas que tú haces esconden la grandeza del alma, cogen por sorpresa a mi desvaído corazón que todavía no ha aprendido a recibirlas.
Parece que estés sentado a mi lado, en medio de toda esta oscuridad, y sea tu luz la que está iluminando este tosco camino a mi interior lleno de zarzas, lleno de maleza, abandonado de unas manos que pudiesen tocarlo.
Sentirte tan cerca, sin haberte tocado nunca, es como una caricia del viento. Es sentir algo que no necesitas ver para saber que es real. Y se siente bonito imaginar cómo vas a reír, cómo vas a mirar, cómo vas a acariciar… se siente bonito ver tu presencia como algo tangible en medio de esta distancia.
Hablar contigo es coger un farol lleno de aceite y bajar a los niveles más bajos de la conciencia. Encontrarnos allí, pequeños, en una habitación a la que nadie más puede acceder, sin miedo a que nos encuentren, sin miedo a que nos perturben…
¿Cómo puede ser que te viese tantas veces y no te hubiese visto antes, con toda esa veracidad que escondes? Cómo puede ser, dime…
No hay comentarios:
Publicar un comentario