domingo, 26 de marzo de 2023

Conciencia.

 A veces, la existencia redunda en absurda, todo se me antoja banal. 

Habitamos un cascarón, supónese que nos pertenece, aun así, parece ajeno, tosco, grotesco, vulgar...

Si difamo mi cuerpo, es como esencia ligada a lo corpóreo, porque, a veces, este ataúd no es mío. A veces, me miro y no me reconozco.

Entonces, redunda mi conciencia en el momento primero en que se supo conciencia y la misma duda florece en las cascadas de mi psique, ¿por qué yo?...

De entre todas las posibilidades, yo tomé conciencia... por qué yo, por qué yo...

Entonces, esclava de lo terrenal, de las costumbres, de las opciones humanas, quiero escapar, pero ¿a dónde iba a ir?

Me recreo en Oniria, donde no hallo más que retazos de conceptos humanos, a veces exacerbados, a veces inconexos, incompletos... pero también mundanos. Todos y cada uno de ellos, siempre; mundanos.

Este cuerpo me arrastra a pasiones humanas, a deseos, dolores, quebraderos... yo solo quiero no sentir nada.

Perpetuar este estado de conciencia de manera infinita.





jueves, 23 de marzo de 2023

Letanía.

Da miedo pasar al vacío, pero pienso repetirme la misma letanía hasta que me duela más no valorarme que las ausencias.

Quien te quiere a su lado, se esfuerza. No pone excusas, pone ganas, empeño, dedicación. No va de volcarse en ello, va de tener interés y no hacer sentir a alguien que no existe para ti.

Valorar también es dedicar tiempo de calidad y salirse de uno mismo, del propio egocentrismo, de los años de austeridad e incluso de las costumbres para darse cuenta si aparece alguien  dispuesto a quedarse, es saber darle su lugar.

Con esto, mi parte lógica cierra la saga. Como recordatorio de no volver a ensalzar y comprender la inmadurez disfrazada de libertinaje, solo por pecar de exceso de empatía.

Fin.

Dobletes.

Entre lo que esperas y lo que pasa, hay una inmensurable brecha. Un desasosegado vacío que reconcome las entrañas.

Entre lo que quieres y lo que sabes que es mejor, hay una lluvia de dagas. Un desfiladero que desgarra la piel.

Entre una despedida absoluta y la esperanza de un reencuentro, hay un mar negro. Una abrumadora nube de tiniebla.

Entre lo absoluto y lo errado, hay un suspiro. Un largo aliento de desesperación.

Entre tú y yo…

lunes, 20 de marzo de 2023

Visceral.

Tu figura me espera en la superficie, cuando al fin he conseguido subir a coger aire, aguarda a que me sienta segura para arrastrarme de nuevo con ella a las profundidades,

Es el demonio susurrándome al oído, sin importar los muros que previamente había construido; encuentra las fisuras, se abre paso a través de las grietas y demuele mis estructuras para volverme a dejar entre los escombros.

No importa la lógica, tiene bien estudiado a mi raciocinio, pacta directamente con mi parte emocional y consigue que nuestra rueda vuelva a empezar. Es cíclico, es visceral.

Cada noche, tiene que acompañarme, también cada mañana, y cuando creo que tu imagen ha abandonado mi cabeza, me sorprendes en mitad del día, trayendo contigo recuerdos juntos, removiendo todo mi interior.

No lo entiendo, ¿sabes? si no cuadramos, si discutimos, si nuestros enfoques son distintos, si tienes cosas que no le pasaría a otra persona, ¿por qué lo hago contigo?

Da igual quién se presente a llamar a mi puerta, está completamente cerrada, porque en mi interior, en la parte trasera, está esa otra puerta abierta, esa que solo conoces tú, esa que cruzas independientemente de las veces que hayamos dicho que somos amigos, tú te cuelas a través de ella hasta mi interior y confundes mis sentidos, pones más candados a la puerta principal.

¿Por qué sea? Tal vez porque, cuando te miro a los ojos, sigo viendo tu corazón, sigo viendo su dolor y sigo sintiendo que me pertenece. Tal vez porque te instauraste en mí desde el momento en que cruzamos la primera barrera, esa que no le ofrezco a cualquiera y, desde entonces, ya no has sido cualquiera para mí.

Es absurdo, pero no lo entenderías, tú seguirías pensando que conecto con cualquiera, qué equivocado estás cuando habitas esos argumentos y qué imbécil soy por tener esa armadura tan férrea sobre mí, esa que me impide poder contarte que lo que siento por ti, sea lo que sea, es tan diferente como para atentar contra mi propia lógica, como para escribirte entradas en este blog para apagar el fuego que prendes en mis estancias. 

¿Lo peor? Nos volveremos a ver, porque somos tercos y jugaremos al baile de la amistad extraña, sentiremos deseos por el otro que quedarán refrenados y, cuando te vayas, tú seguirás con tu vida, pero tu fantasma habrá invadido una nueva estancia y puesto otro candado.

¿Entenderías si me alejo? ¿si construyo un muro que no vayas a poder derruir? ¿si te dejo solo, aún a sabiendas que quiero acabar de acompañarte en este año de mierda que has tenido?… ¿Me llegarías a perdonar si fuese egoísta? ¿si destruyese todo lo que no podremos reconstruir?

Yo no sé si me lo perdonaría, pero tampoco sé si me perdonaría seguir así, aguantando tus vaivenes, tu inconstancia, tu falta de interés o tu orgullo.

lunes, 13 de marzo de 2023

Ha muerto algo.

Ha muerto algo.

Lo sé porque ya no me hablas igual, ya no me miras igual, ya no me quieres igual…

Ha muerto algo, porque en el brillo de tus ojos ya no soy yo, soy esa otra persona que salió de mi interior y devoró el tuyo.

Ha muerto algo, porque la complicidad parece forzada, nuestra tristeza nos parece ajena.

Ha muerto algo, porque el tiempo ahora es eterno y no un suspiro entre dos almas que coexisten.

Ha muerto algo, desde el momento en que se cruzó esa línea que tanto insistimos en cruzar, tú, consciente, yo, en un momento de felicidad artificial sin recordar por qué coño me he ganado que me rehuyas, que me repudies o repugnes, que mi opinión sea más confrontación que camaradería.

Ha muerto algo y, ahora, tengo que dejar al puto tiempo que nos arregle y nos vuelva a juntar o nos mate para siempre, porque no, no sé arreglar lo que ha muerto… lo que he matado.

domingo, 5 de marzo de 2023

El mendigo.

Ser mundano y pagano... ¡oh, ya conozco ya tus tretas!

Oculto tras el brillo de una pantalla, buceando en un mar de espuma desventado. Ingieres el picante y dulce sabor anaranjado, mientras tu alma juega a desentrañar el engranaje de la realidad. Dual, claro, ¿cómo comprender los diferentes aspectos humanos de otra manera?

Trasciendes la realidad instaurando una propia. Te aferras a la moralidad de tus palabras intransigentes, armas de doble filo, pese a que tu alma conoce un amplio espectro de matices diferenciados, tal vez, poco pronunciados...

¡Oh, transeúnte del estraperlo! ¿cuánto hemos tú y yo crecido?

Desde que transito tus filas, no conozco yo otro arroyadero más fructífero y mortecino. 

Cada noche en que, por algún casual, decidimos conversar sobre el platonismo de la existencia, no hay más que horas de infinitud en la esencia.

¡Oh, atroz caballero! ¿algún día dejaremos de jugar a este juego?