Da miedo pasar al vacío, pero pienso repetirme la misma letanía hasta que me duela más no valorarme que las ausencias.
Quien te quiere a su lado, se esfuerza. No pone excusas, pone ganas, empeño, dedicación. No va de volcarse en ello, va de tener interés y no hacer sentir a alguien que no existe para ti.
Valorar también es dedicar tiempo de calidad y salirse de uno mismo, del propio egocentrismo, de los años de austeridad e incluso de las costumbres para darse cuenta si aparece alguien dispuesto a quedarse, es saber darle su lugar.
Con esto, mi parte lógica cierra la saga. Como recordatorio de no volver a ensalzar y comprender la inmadurez disfrazada de libertinaje, solo por pecar de exceso de empatía.
Fin.
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