domingo, 2 de junio de 2024

Aspereza.

 Hastiada… ¿es la palabra?

La vida es ambivalente. A veces un caos, a veces una repetición de sucesos diaria.

Ahora mismo; estoy en la segunda.

Me levanto para trabajar, para dar las medicinas a Merlín y vuelvo del trabajo con el mismo propósito. La casa se derrumba por sus propios cimientos, entre el desorden y las pocas ganas que tengo de que eso cambie ahora mismo.

Los instantes saben a cenizas.

Será porque me alejo de quien quiero, y eso trae al miedo en una constante.

También pienso en ti, no te creas que eres fugaz en mi vida… no como el tiempo que pasmos juntos.

Echo de menos a quién eras al principio y, a veces, me arrepiento de haber conocido eso. La vida sería menos tediosa si no fuese conocedora de mis ausencias.

Has dejado de interactuar con ella. Me pregunto si es porque sabes que lo he estado viendo, si es porque sabes que aquella vez me molestó tanto como para dejarte mis sentimientos entre estos muros. Si es porque sabes que ya no la sigo, porque me sigue doliendo no reconocerte dónde te creía firme, porque, cuando lo veo, me pareces otro humano más.

Otro de esos babosos que dan llamadas de atención a una cara bonita, de los que parece que no saben que juegan con ellos y se ven realmente patéticos pidiendo caso entre otro millón de tíos babosos.

Creo que por eso, solo por eso, jamás volvería a contemplar un camino que volviese a ti. Ni aunque las cosas cambiasen tanto como para que eso sucediese; no lo permitiría.

Porque, cada vez que veo eso, la persona que conocí se hace un poco menos real y, simplemente, me apetecía escribirlo, porque ya no lees esto. Ni tú ni nadie, y mis sentimientos pueden fluir sin que me avergüence de ellos; ya no hay alguien del otro lado esperando a juzgarlos.

Querría contarte que, últimamente, me felicitan por mi trabajo. Que me esfuerzo por primera vez, que destaco. Que conseguí el elogio de alguien importante, pero que sigo teniendo ese síndrome del impostor corroyendo mis entrañas.

También he conocido a alguien nuevo. Alguien con quién he podido pasar buenos ratos, como contigo antes de que todo se volviese turbio.

No es tan profundo como tú, y eso casi que me alegra, porque le da ese toque de nostalgia y melodrama que tanto nos gusta. Tampoco tengo miedo de que ocupe ningún lugar extraño, porque nuestra historia nos enseñó a los tres y creo que ninguno volvió a ser el mismo.

He cumplido ya uno de mis objetivos anuales, el más difícil has de saber, ahora puedo aspirar a otras metas; puedo seguir moviéndome.

Creo que también te gustaría escuchar eso, o tal vez ya no. Tal vez ya haya pasado a la recámara del odio, donde existí sólo para utilizarte.

Me gustaría poder proyectar algo más que eso. Poder proyectar que si me importan esos pensamientos, aunque no tenga control sobre ellos, pero tengo que ser estoica o volvería a una espiral infinita.

Ahora, tengo ayuda profesional para mis picos emocionales. Para tratar mi pasado. 

Ella me ha pedido que escriba todo cuanto siento, no sólo la parte dramática de mi existencia.

Vaya fastidio… ¿no, tío?

No hay comentarios:

Publicar un comentario