miércoles, 12 de junio de 2024

El mínimo.

 Si lo sentía en ese momento; es real.

Cada emoción es real, por el simple y mero hecho de que la sentimos.

Justo ayer leí que las emociones duran minutos en el cuerpo; luego se esfuman. Sin embargo, nosotros nos aferramos a ellas de manera eterna, ligados al morbo de revivir una y otra vez esas fases primarias de nuestro sentir.

Yo me aferro a esto, una y otra vez, y bailo de manera eterna entre esos dos sentimientos. ¿Cuáles son sus primarios? Yo creo que el amor y la tristeza.

Reboto entre ambos de manera constante. Del primero, no puedo desprenderme; está ahí. Si me fuese, me partiría en pedazos. El amor, trae consigo la esperanza, la lucha, las ganas.

La tristeza es más severa. Corta tajantemente sin hacer miramientos. Ella ensalza la decepción, la desconfianza y el miedo. Cada vez, claro está, que salen nuestras desigualdades.

Y no puedo decirlo. Si lo digo… no hay soluciones , solo abandono, y la espiral nos cansa a ambos. Nos mantenemos en ese vals perfecto hasta que el sentir del otro nos pisa y nos vemos bailando de frente junto a un extraño.

Nunca había compartido tanto tiempo con alguien con quien se me hiciese menos familiar una unión. Con quien sintiese que el vínculo va a desaparecer en cualquier momento, en quien tuviese tanto miedo de confiar.

Puede que ese sea el problema, que nuestras personalidades, en simbiosis, son bonitas, pero también ensalzan el lado negativo de su opuesta y, si no trabajamos, si nos confiamos, todo se hunde en la miseria.

Pero sé que, decirte eso,  hará entonces que se ensalce tu victimismo. Que, en vez de pulir esas debilidades, las usarás para hacerme la culpable . “Nunca es suficiente”, dirás, y tendré que callar mis necesidades la próxima vez, porque, pobre de ti, lo das todo y yo exijo mucho.

Igual, simplemente, tu máximo es menos de mi mínimo, porque yo doy mucho, mucho más, sin que me cueste tanto esfuerzo. Y tus promesas… no las creo. Ya has faltado muchas veces a ellas.

Conozco ya tus verdades a medias para contentarme; no es la primera vez que las detecto. ¿Hasta cuándo el amor me aferre a un hierro candente?

Hasta cuándo, dime, debo desoír esos consejos de que, tal vez, lo que debería buscarme es un buen chico al que no le suponga tanto drama hacerme sentir querida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario