Concentré, pues, mi caos mental vomitado en líneas y, con ello, no conseguí más que el reflejo de una mente perturbada que moría entre palabras.
Hoy he pensado que eres feliz disociando la realidad en tu ordenador, esas siete horas, y he sonreído a tu felicidad.
Supongo que el amor deba de ser eso, ser feliz por el otro también en la distancia.
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