martes, 27 de agosto de 2024

Disociación.

Y no era, sino, en aquellos momentos en que uno toma conciencia de si mismo, de su piel, su aspecto, de que su mente, tan vivaz y observadora, se ha dado cuenta de que está encarcelada en un cuerpo material. De entre todas las posibilidades que existían, ella está ahí, vistiendo a esa determinada persona.

Esos momentos en que aflora el abismo y la soledad aguarda, porque comprende cuán limitada está en la vida que le ha sido otorgada; la que no ha elegido.

Tal vez ahí ocurra ese pequeño inciso en que cuerpo y mente, momentáneamente, dejan de estar unidos, y el tiempo transcurrido hasta ese momento de claridad ha pasado sin ser percibido, porque la esencia de uno mismo se cuestiona qué hace en ese envoltorio y  por qué ese y no otro, o, tal vez, si realmente aquello que ve existe o, por el contrario, está atrapado en una vigilia oscura de la que debe despertar.

Unos angustiosos segundos hasta que al vida sigue y se lleva consigo ese inciso.

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