sábado, 24 de agosto de 2024

Las cuerdas de la ansiedad.

Otra vez, vuelve la disonancia.

Entre lo que mi moral le impone a mi conducta y las cuerdas que mi ansiedad desliza sobre mi piel, en esa amordazante atadura que me oprime hasta rayar la falta de identidad.

Entonces, recuerdo los reencuentros con mi pasado, y los vacíos que tuve que dejar porque la atadura estrangulaba y sigue haciéndolo cada vez que tengo que mirar de frente y remendar lo que la tristeza sembraba.

Ahora, me esfuerzo tanto en hacer las cosas bien, que esa pequeña yo, de ojos encharcados y brazos agrietados, podría respirar tranquila entre las cuerdas de la ansiedad.

Hacemos la cosas mucho mejor, pequeña Alicia, ya no sembramos devastación, ya no nos vamos sin escuchar el dolor ni sin dejar que lo escuchen.

El lunes, cerraremos un ciclo bien, desde el corazón, asumiendo que las cosas deben terminar antes que forzar una conexión en un vínculo que fue bonito, pero que, actualmente, descansa bajo tierra corroído por el óxido; por la falta de mantenimiento.

¿Acaso se puede mantener la espiritualidad de mirar a alguien a los ojos y encontrarte envuelta en su ser?

Claro que no. 

Pero hay gente que no entiende eso, porque se contenta  con los vínculos marcados a fuego bajo la dictadura del tiempo, más que entender que el alma crece, se renueva, evoluciona, y su felicidad se basa en vibrar con frecuencias que se encuentren en su misma sintonía, y no con aquellas que ya sólo son una esquela.

Mi corazón necesita dejarte ir en paz, con lo maravillosa que sé que eres, lo maravillosa que sé que soy y lo poco que nos podemos apreciar actualmente, perdidas en dos monólogos que ya no hacen conversación.

¿Entenderás lo que siento o el dolor cegará tus ojos y me transformará en la villana de otra historia más?

Tal vez, por eso ya no estemos en esa frecuencia, tal vez, discernir entre emociones y sistema de valores es lo que le faltaba a la pequeña Alicia, antes de abrir su interior con la intensidad que la caracteriza.

Lo siento, si es que cabe una disculpa, si es que hay comprensión entre el dolor. Y te quiero, si es que comprendes que el querer y el vibrar no siempre compaginan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario