lunes, 2 de septiembre de 2024

Cinco minutos.

Me gustaría que estuvieses aquí papá, yo también quiero esos cinco minutos.

Me gustaría que hubieses podido abrazarme cuando mis sentimientos me tragaron al final de la tarde, y tuve que encogerme sobre mí misma y dejarlos ser, sin reprimirlos.

Decirte que esa es la parte que más me está costando… no poder decirme que voy a estar bien cuando vienen, para no reprimirlos. No coger el móvil, ni ponerme a leer, ni escribir; dejarlos atravesar mis intestinos para sentir que me muerden las entrañas, dejarlos apretar mi corazón hasta sentirlo entre las costillas.

Te diría que no viví tan plenamente como te hubiese gustado, porque el peso de tu recuerdo martillaba los huesos y me hacía una persona infeliz, oculta siempre tras una sonrisa y un férreo pensamiento de que todo mejoraría, aunque no lo hiciese.

Te diría que me vi fallar miles de veces, que cada triunfo vino siempre con una caída, y tuve que aprender que las cosas tenían un precio, para aceptar la dualidad de mi devenir.

Hice las cosas mal cuando prioricé a otras personas y también cuando me priorice a mí, y fuese como fuere, acabe siendo una persona de la que no estaba orgullosa, y siempre tuve de compañera a la culpa.

Pero todo, todo ello, me trajo aquí. A no tener la vida que soñaba, pero sí la que me construía con cada altibajo, hasta que conseguí la plenitud de disfrutar de la felicidad de los momentos, y no de las expectativas de vida y las grandezas. 

De sentirme cada vez un poco menos esa víctima y amar lo que tengo cada vez un poco más.

Ese fue el camino que elegí y hoy, me siento plena por ello, porque tengo un duelo sin odio y puedo dejar ir con amor. Lloro de lo bonito que se siente eso para mí, de lo plena que me hace sentir haber cerrado las cosas bien, haberle dado a alguien todo lo que tenia para dar (aunque cometiese errores) y mi mejor despedida.

Ojalá pudiese habérsela dado a todas las personas a la que hice daño, también a las que me lo hicieron a mí. Ojalá sigas presente en mi corazón siempre, para recordarle a tu hija quién quiso ser, quién es y quién no quiere dejar de ser.

Por ti, por nosotros, por ser cada vez un poco más fieles a lo que somos en el corazón, no sólo a las sombras que lo manchan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario