miércoles, 16 de noviembre de 2022

Día 7: Despedida.

 Hoy ha sido nuestro último adiós, pequeño, hoy he vuelto a ver tu cuerpecito después de esta semana nefasta.

Estabas tumbado en un catre metálico, con una rosa y una vela. Perdóname por no haberme podido acercar a tocarte por última vez, no quería que la frialdad de tu cuerpo vacío se instaurase en mi alma.

Moriste en casa, con nosotros, y aquí es donde creo que vas a estar siempre, no en el recóndito lugar al que han llevado tu cuerpo para que lo consuman las llamas.

Verte de nuevo, encorvado sobre ti mismo, ha sido tan horrible como imaginábamos, pero mi corazón, aunque me duele al recordarte, descansa un poco más tranquilo, porque sabe que he sido fuerte por los dos y no he dejado de acompañarte hasta el final.

La media hora que he esperado tirada sola en el suelo, aguardando que me devolviesen la poca esencia material que queda ya de ti en este mundo, ha sido horrible. Pero necesitaba que el frío calase en mis huesos, para acompasar el vacío y las lágrimas; tu ausencia y mi fortaleza.

Me hace feliz saber que has sido tú quien me ha acompañado en los peores momentos de mi vida y que he sido yo quien ha luchado por la tuya hasta el último momento. 

Nuestras almas nacieron para encontrarse y esa unión no es algo que el plano material nos pueda quitar... tú siempre vas a estar en mí, como papá, y ahora, tus cenizas descansaran junto a las suyas.

Gracias por todo mi vida, has sido el mejor hijo que podía tener y no te hubiese cambiado por nada en este mundo. La pureza de tus ojos, de tu personalidad, de tu esencia... siempre va a ser mía, y el motivo de mi fortaleza, siempre tuyo.

Te prometo que voy a seguir luchando aunque ya no estés, para poder honrarte de por vida, para poder seguir recordándote y evitar que mueras, porque tu recuerdo siempre va a arder en lo más profundo de mi corazón.

Te amo Aslan, y sé que, quien te va a cuidar ahora, también lo hace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario