jueves, 10 de noviembre de 2022

Día 1: Silencio.

El silencio y la limpieza, me recibirán ahora en tu lugar. Podré comprarme aquella gilipollez que tanto quería, podré viajar sin miedo a que, cuando vuelva, ya no estés... porque ya no estás.

Cómo explico yo que prefería no tener dinero, que prefería que este hogar fuese un desastre a tener que vivir sin ti, sin tu mirada, sin tu presencia que tantas veces me ha arropado cuando el mundo me venía grande.

Ahora, en vez de tu tos, escucharé un silencio perpetuo, un silencio que me recordará que la casa está vacía sin ti, casi tanto como me siento yo por dentro.

Va a ser difícil decidir por qué luchar ahora... tú ya no me vas a necesitar nunca más, pero yo... yo voy a necesitarte cada día de mi vida.

Llegaste a mí cuando cruzaba mi primera depresión, fuiste el bálsamo que me faltaba en tantas noches de lágrimas. Eras una bolita de pelo con aires gatunos, que, sin pretenderlo, se convirtió en mi otra mitad, que me recompuso poco a poco...

Crecimos juntos y superamos todo lo que vino, y cuando el mundo quiso devolverme al pozo de la depresión, tú volviste a estar ahí, cada día, cada noche, feliz por tenerme y yo feliz por tenerte a ti.

Llevábamos dos años muy duros, con muchos sustos y, en el fondo de mi corazón, siempre supe que aguantabas por mí, así que gracias Aslan. 

Gracias por cada uno de los trece años que hemos pasado juntos, gracias por no tirar la toalla, por seguir queriéndome a tu manera, por demostrarme que existe el amor de verdad, el incondicional, el puro, por no dejar que me sintiese sola, aún cuando yo sentía que no le importaba a nadie.

Eres el mejor regalo que el mundo me ha dado y no voy a olvidarlo nunca...

No voy a olvidarte nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario