Implosiono y no me gestiono. Mi parte sentimental vuelve a arrasarme las entrañas.
En tu voz, oigo desilusión, y en sus palabras. También la noto en mí, en las creencias, expectativas, dogmas y estructuras de mi mente.
Convexo. ¿Te dice algo? A mí me dice que el interior está lleno de pensamientos que no aparecen en los bordes.
Arrasa. Todo arrasa. Y la ansiedad social gana.
Le miro de frente, abrazo su dolor, pero esta noche ella gana porque, de nuevo, no me está dejando ser yo. Y me reconozco, claro que lo hago, pero me gustaría borrar esa parte de mi interior.
La empatía es un arma de doble filo. A mí siempre se me clavan ambos y, a veces, en días como hoy, siento que es mejor salir perdiendo.
Una palabra, un gesto, una ausencia... y caigo, me descompongo. Vuelvo a ponerme en las botas del mendigo y me ruego a mi misma, sin la limosna de nadie: ¡vamos! ¡avanza! ¡sigue andando!
Pero la ansiedad me carcome muchas veces, y se convertirá en otro día que acabe "no durmiendo".
"Eso no cambia nunca", pero para ti sí cambia. Todo cambia. Mi evolución, vuestra involución... en ese equipo, a veces, ya no quepo yo.
Me arranco la empatía del pecho, quiero de vuelta mi apatía. Estos pinchazos no sirven de nada, si, total, todo acaba. Y cuando de verdad me necesitas, yo no estoy, cuando de verdad te necesito, a ti, a ella, en realidad; no estáis.
Loca, rallada, exagerada, intensa, dramática, sentimental. Tengo muchos adjetivos para mí esta noche y ni uno de ellos va a perdurar mañana... ¿o sí?
Quiero que se vaya el pinchazo y que nada me vaya a saber a cenizas, pero, haga lo que haga, todo se construye ahora en ese sabor.
¿Estoy realmente preparada? Mírame... ¿dónde tiro estos naipes y preparo el cemento?
No quiero enfrentarte, Berni, pero tengo que hacerlo. Si te quedas... si te quedas perdemos el resto.
Llévate contigo este rechazo, vamos a hacer lo correcto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario