jueves, 27 de junio de 2024

Anhelos.

Me siento una persona incompleta.

Como si todavía faltase una parte de mí que sigue rasgando el camino a la superficie. Es esa parte que se siente desubicada en medio de un gentío que no es como ella; que no encuentra plenitud en sus semejantes.

Anhelo una vida en la que poder expresar esa magnitud y sentirme vista de igual manera, en la que esas actividades ilícitas a las que sólo aspiro a través de mis escrituras, confortasen una materialidad y tuviese con quién compartirlas.

A veces, me imagino bailando con ropajes metálicos, brillantes, verdes con antenas, entre una pomposidad de vestimentas iguales en la que, la mía, pase desapercibida. Con una música magnética, de ritmo eléctrico.

Otras, me imagino debatiendo sobre la profundidad de los sentimientos, con intelectos que no me hagan sentir intensa o pesada. Con gente a la que le gustase, también, rasgar en lo profundo. Compartir los secretos del intelecto sin tomarlos como verdades absolutas; únicamente, pasar como brisa por los pliegues de la mente y poder conjeturarlos libremente, sin miedo a que la otra persona se sobrecargue y sea incapaz de seguir ese ritmo.

En mis sueños deportivos, me veo surcando el hielo con patines de filo metálico. Bailando como un copo por esa superficie helada; desinhibiendo ese instinto competitivo que también encuentro en mi interior.

Luego, me inundan mis fantasías de escritora, y sueño con llegar a las personas a través de mis escritos. Sueño con tocar sus corazones solitarios en medio de sus tempestades. De ser un bálsamo en esa oscuridad. No me importaría no encontrar ganancia de ello, mi ganancia sería saber que alivio esa pena, como tantos otros escritores aliviaron la mía.

A veces, mi mente la surcan debates sobre la existencia. Asambleas de personas más rectas con la que sacar esa parte reflexiva de mi interior. Una charla de pensamientos en la que nadie adoctrinase a nadie, únicamente postulásemos sobre los distintos afluentes de pensamiento filosófico que acompañan a la humanidad y sobre sus ecos en la sociedad actual

El amor, lo imagino como un bálsamo a la vida. Un mejor amigo, un confidente, alguien con quien conversar durante horas, pero también con quien perpetuar un silencio cómodo, disfrutando únicamente la compañía del otro. Imagino una unidad con fragmentos de independencia. Una conexión única tanto en lo intelectual como en lo material. Un lugar seguro dónde poder ser sin miedo a que nada se rompa, porque primaría una construcción basada en la comunicación, en el compromiso y la lealtad.

De igual manera imagino a la amistad verdadera, extendiéndola a una hermandad sin vínculos sanguíneos.

En la brevedad de mis días, sigo sintiéndome como una persona incompleta porque sé que me recreo en los idilios de mis anhelos y eso me convierte en una persona alegre de fondo triste.

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