Doy vueltas al razonamiento que le llevó a plantearse tal fatalismo y lo extrapolo a los acontecimientos flagrantes que tienen lugar ahora mismo en mi psique.
Para mí, no es insoportable, es inexorable, porque la levedad de nuestra esencia en el mundo no es algo que pueda evitarse, pero sí es algo que se pueda hacer bien, con contundencia y, que ataña tanto a nuestra esencia, que esa levedad no sea insoportable, sino mágica.
Creo que el error es vivir como si nos sobrase el tiempo, como si las cosas fuesen a llegar en un futuro lejano, dejando que el presente se consuma sin hacer nada que nos haga sentir afines a nosotros mismos.
Creo que deberíamos centrar nuestra levedad en construir quiénes somos y qué queremos a nuestro alrededor. Saber qué nos hace sentir plenos y trabajar por conservarlo en vez de malgastar nuestra existencia en la auto-comparecencia.
Si otra catástrofe se llevase mañana mi existencia, ¿podría decir que hice todo lo que pude por vivir la vida que quería o sólo me llené de excusas para posponer ser quién creo que soy realmente?
Actualmente, peco de la segunda.
Actualmente, empiezo a practicar la disciplina y quiero escribirlo como constancia para mí misma, cuando se me olvide la razón por la que estoy aquí cada día. Es por mí, por tener una vida plena y feliz en este camino de auto-descubrimiento.
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