miércoles, 19 de junio de 2024

Malabarista.

Siento que es aquí y que eres tú.

Lo veo cuando te esfuerzas en comprenderme, al igual que lo hago yo; nuestro amor no es una lucha contra el otro, sino contra nosotros mismos. Una lucha juntos por salir de un pasado que no tiene que definirnos más, por crear ese espacio en el que vernos y sentirnos vistos.

Me encantan todos esos pequeños gestos que, tal vez, no siempre te digo. Como cuando te miro mientras nos abrazamos y me llamas guapa, y me das un beso en la frente.

Como cuando cualquier opinión es válida y nunca discutimos en nuestros ratos juntos, porque no hay espacio para eso cuando nuestros corazones se ven.

Como cuando reímos tanto, por todas esas tonterías y chistes malos, por poder sacar aquello que nos ha dolido en forma de chiste, para manifestar que lo hemos superado y que podemos traerlo al presente como una broma para reírnos del aprendizaje, y no como reproche.

Me encanta eso de ti, que no hay reproches. Que, cuando discutimos, aunque tengamos esa tediosa dificultad de no entendernos, nunca hay listas interminables de cosas pasadas que sacar de nuevo; que esas cosas conseguimos cerrarlas sin necesidad de recrearnos en ellas.

Que, aunque cueste, siempre te vas a sentar a mi lado a hablar. Que sacarás a ese malabarista interior y tu mejor esfuerzo para arreglar las cosas; para poner soluciones y no impedimentos.

Ni tú ni yo nos anclamos al pasado, porque valoramos más el camino y el esfuerzo que hemos hecho para estar juntos, que todas esas cagadas que han ido apareciendo. Tienes esa madurez, esa calma, esas ganas…

Y, aquí dentro, todo eso burbujea. Porque tus sueños, son bonitos y también son humildes. Veo un reflejo de mis seres más preciados en esa sencillez, esa que tan bien encaja entre los míos, y por eso te quiero, porque te admiro.

Admiro lo que eres y lo que consigues día a día, lejos de las gilipolleces pretenciosas que tan poco me gustan. Tú brillas por eso; por ser tan único.

lunes, 17 de junio de 2024

Tu sentimiento primario.

No puedes dejar de hacerlo, ¿eh?

Supongo que es un sentimiento primario. Un vago resquicio de añoranza que busca aquí la reminiscencia de aquello que se ha perdido.

¿Te soy sincera? Escribo esto porque tengo que escribir mis pensamientos. La mujer tras la libreta me lo pidió para poder tener mayor control de mis sentimientos, pero, ¿te vuelvo a ser sincera? No me apetece.

No me apetece dedicar palabras a alguien que hace un daño consciente, pudiendo evitarlo. Me pregunto qué buscas en eso, y, si buscas algo en eso, al menos, deja de buscar nada aquí, porque, puede, esta sea la última; tantas veces lo he visto que ha dejado de importarme tanto, que he dejado de mirar.

Has conseguido que ese sea el cierre del vínculo, paradójicamente.

Imagino tu voz diciéndome que yo hago lo mismo. Equiparando mis sentimientos a tus llamadas de atención, rabietas o faceta desesperada de solterón buscón, qué sé yo. Pero, te imagino comparándolo por el hecho de que ambos nos hemos decepcionado y seguimos haciéndolo.

Es cierto, ahondando sólo en ese último sentimiento. Pero, al menos por mi parte, no es algo que haya podido decidir; nadie tiene control de sus sentimientos. 

Ahora dime,  ¿qué sentimientos hay por esa persona en tus acciones como para hacer un daño tangible a alguien que has perjurado que quieres tanto?

Rabia.

Y me gusta verla pese a no saber absolutamente nada más de ti o, al menos, me gusta imaginar que es eso porque, si la duda cruza alguna vez mi mente, todo esto ha reafirmado que cogí el camino correcto; que me evité un mal mayor a la larga.

No sé si esto te sirva para dejar de mirar aquí; que te guardo cariño, claro, pero verlo en cada publicación ha hecho que seas un extraño para mí y, ese cariño, se haya ido apagando.

miércoles, 12 de junio de 2024

El mínimo.

 Si lo sentía en ese momento; es real.

Cada emoción es real, por el simple y mero hecho de que la sentimos.

Justo ayer leí que las emociones duran minutos en el cuerpo; luego se esfuman. Sin embargo, nosotros nos aferramos a ellas de manera eterna, ligados al morbo de revivir una y otra vez esas fases primarias de nuestro sentir.

Yo me aferro a esto, una y otra vez, y bailo de manera eterna entre esos dos sentimientos. ¿Cuáles son sus primarios? Yo creo que el amor y la tristeza.

Reboto entre ambos de manera constante. Del primero, no puedo desprenderme; está ahí. Si me fuese, me partiría en pedazos. El amor, trae consigo la esperanza, la lucha, las ganas.

La tristeza es más severa. Corta tajantemente sin hacer miramientos. Ella ensalza la decepción, la desconfianza y el miedo. Cada vez, claro está, que salen nuestras desigualdades.

Y no puedo decirlo. Si lo digo… no hay soluciones , solo abandono, y la espiral nos cansa a ambos. Nos mantenemos en ese vals perfecto hasta que el sentir del otro nos pisa y nos vemos bailando de frente junto a un extraño.

Nunca había compartido tanto tiempo con alguien con quien se me hiciese menos familiar una unión. Con quien sintiese que el vínculo va a desaparecer en cualquier momento, en quien tuviese tanto miedo de confiar.

Puede que ese sea el problema, que nuestras personalidades, en simbiosis, son bonitas, pero también ensalzan el lado negativo de su opuesta y, si no trabajamos, si nos confiamos, todo se hunde en la miseria.

Pero sé que, decirte eso,  hará entonces que se ensalce tu victimismo. Que, en vez de pulir esas debilidades, las usarás para hacerme la culpable . “Nunca es suficiente”, dirás, y tendré que callar mis necesidades la próxima vez, porque, pobre de ti, lo das todo y yo exijo mucho.

Igual, simplemente, tu máximo es menos de mi mínimo, porque yo doy mucho, mucho más, sin que me cueste tanto esfuerzo. Y tus promesas… no las creo. Ya has faltado muchas veces a ellas.

Conozco ya tus verdades a medias para contentarme; no es la primera vez que las detecto. ¿Hasta cuándo el amor me aferre a un hierro candente?

Hasta cuándo, dime, debo desoír esos consejos de que, tal vez, lo que debería buscarme es un buen chico al que no le suponga tanto drama hacerme sentir querida.

Contra el mundo.

Siempre ha sido difícil, ya lo sabes, aunque ahora siento que cada vez lo es menos.

Y sí, es cierto, tengo momentos de esos en que las cosas son tan intensas que añoro un sentir similar al mío. Supongo que debe pasarte lo mismo en esa ausencia de frialdad que yo no te puedo dar.

Pero también es cierto que, la resiliencia, a tu lado, es bonita. Esa construcción tan fuerte, esas ganas incansables de que funcione todo, aunque, a veces, ambos queramos tirar la toalla, picar espuelas; coger ese corto atajo para abandonar el quebradero de cabeza.

Solo que, también es algo que ambos sabemos, no encontraríamos esa plenitud en nadie más; tenemos muchas experiencias a espaldas para demostrarlo.

Entonces, somos tú y yo contra el mundo, y no lo cambiaba.

martes, 11 de junio de 2024

Extraño.

 En mi mente está montado todo ese escenario.

Ese en el que has estado semanas leyendo mi blog al completo. Ese en el que leíste que me seguía molestando eso, y dejaste de hacerlo un tiempo… aquí dentro, lo dejas de hacer por miedo. Luego, recapacitas, y vuelves a hacerlo, porque, total, ya ni hablamos.

Total, ¿qué más da que me moleste?

Yo entiendo tus acciones, yo también la veo preciosa. Luego, me miro a mí, y tus palabras siguen resonando en mi mente: “no eres tan guapa, no entiendo por qué me gustas tanto”.

A veces, saco eso de mi cabeza. Eso y las otras veces que he tenido que enfrentar a la tristeza por no reconocerme frente al espejo. Últimamente no me gusta mi cuerpo, y esas palabras siguen haciendo mella, como todas las otras.

Pero yo no puedo ser esas personas; yo no tengo ese carisma. 

Creo que eres un extraño familiar; nunca nos llegamos a conocer completamente. Y hoy, justo hoy, después de ver que lo vuelves a hacer, se me han quitado las ganas de saludarte como la otra vez si volvemos a encontrarnos; creo que me quedan sólo las cortesías.


domingo, 9 de junio de 2024

Fobias; el rasguñar de la mente.

Qué extraña la mente humana.

Lo pienso cada vez que se presenta una de esas nimiedades que tanto desentonan a la lógica.

Esta noche, la batería de mi lamparita se ha acabado y mi nictofobia ha hecho acto de presencia en la mera ansiedad de pensar que no tendré luz si la noche me come. Paradójicamente, ese es el hecho significativo que me sumiría en mi fobia hasta devorarme el sueño; la ausencia de confianza.

Porque, esa lamparita no va a ser encendida esta noche, por mucho que esté cargada en plenitud, pero el hecho de poder contar con ella, marca una abismal diferencia mental para poder dormir… y es curioso ver esa misma perspectiva mental que supone que una fobia aparezca únicamente ante la ansiedad  de crear un supuesto; un hipotético escenario en que me vería sin luz en medio de la noche.

Qué curiosa la mente humana. Qué simple y compleja.

martes, 4 de junio de 2024

Trabalenguas.

Hoy he sentido un cúmulo de cosas, como siempre, solo que hoy todo parece más grandilocuente.

Tal vez sea porque no encuentro esas ganas en mi interior cuando soy presa de esta rutina opresora.

Estoy cansada y cargo con todo sola, porque no hay nadie a mi lado cuando abro los ojos y tampoco cuando voy a cerrarlos, porque, a veces, hecho de menos esa intimidad tan cercana que hace tiempo que no encuentro.

Paso mucho tiempo contigo y me estoy saturando, porque traes esa mezcla de complacencia e inmadurez que, ahora mismo, me gusta a la par que disgusta. Porque veo tus problemas y le veo a él, y esa parte de miedo que se quedó con su ausencia hace el viaje de vuelta, y me agobia.

No tienes la culpa. Yo tampoco la tengo; al final, ese egocentrismo sacado de los problemas primarios me repele, como si yo fuese agua y tratase con aceite. Las ganas que tenia de conocer ese interior se pudren, porque has sido sólo un soplo de aire fresco, una sonrisa con vaho helado, cuya calidez se ha perdido al instante, en medio de la gélida noche.

Al menos, me quedo con esa inocencia, esa bondad que te había colocado a las puertas de una amistad.


Luego… luego están los problemas de siempre. El no encontrar esos detalles en los que sentirme vista.

La lucha constante contra un tipo de amor que no es el mío. El buscar unos brazos que no pueden darme calor.

A veces, me gustaría que tu impulsividad volviese a ganar la partida, porque, esta vez, no volvería a dar otra oportunidad. Porque esa misma impulsividad me ha dejado fuera de otro evento feliz que podríamos haber compartido, y me deja el ánimo hecho trizas, en busca de un buen pegamento para reconstruirlo.

A veces, siento que nuestros problemas son tan banales, tan sencillos de evitar, que, cada vez que rompes tu palabra, no me reconozco dando espacio al perdón. No sé cómo sigo adelante, si resquebrajas tanto esa confianza férrea que llegué a tener en ti.

Me siento cansada, sin miedo a que mis sentimientos te abrumen otra vez, porque, si lo hacen, me harás el favor de dejar espacio para que pueda crecer esa parte sentimental en otro lugar.

Me siento cansada, sin ganas de repetir más mi lugar, mis necesidades, sin ganas de tener ganas de que me tengas ganas…


domingo, 2 de junio de 2024

Aspereza.

 Hastiada… ¿es la palabra?

La vida es ambivalente. A veces un caos, a veces una repetición de sucesos diaria.

Ahora mismo; estoy en la segunda.

Me levanto para trabajar, para dar las medicinas a Merlín y vuelvo del trabajo con el mismo propósito. La casa se derrumba por sus propios cimientos, entre el desorden y las pocas ganas que tengo de que eso cambie ahora mismo.

Los instantes saben a cenizas.

Será porque me alejo de quien quiero, y eso trae al miedo en una constante.

También pienso en ti, no te creas que eres fugaz en mi vida… no como el tiempo que pasmos juntos.

Echo de menos a quién eras al principio y, a veces, me arrepiento de haber conocido eso. La vida sería menos tediosa si no fuese conocedora de mis ausencias.

Has dejado de interactuar con ella. Me pregunto si es porque sabes que lo he estado viendo, si es porque sabes que aquella vez me molestó tanto como para dejarte mis sentimientos entre estos muros. Si es porque sabes que ya no la sigo, porque me sigue doliendo no reconocerte dónde te creía firme, porque, cuando lo veo, me pareces otro humano más.

Otro de esos babosos que dan llamadas de atención a una cara bonita, de los que parece que no saben que juegan con ellos y se ven realmente patéticos pidiendo caso entre otro millón de tíos babosos.

Creo que por eso, solo por eso, jamás volvería a contemplar un camino que volviese a ti. Ni aunque las cosas cambiasen tanto como para que eso sucediese; no lo permitiría.

Porque, cada vez que veo eso, la persona que conocí se hace un poco menos real y, simplemente, me apetecía escribirlo, porque ya no lees esto. Ni tú ni nadie, y mis sentimientos pueden fluir sin que me avergüence de ellos; ya no hay alguien del otro lado esperando a juzgarlos.

Querría contarte que, últimamente, me felicitan por mi trabajo. Que me esfuerzo por primera vez, que destaco. Que conseguí el elogio de alguien importante, pero que sigo teniendo ese síndrome del impostor corroyendo mis entrañas.

También he conocido a alguien nuevo. Alguien con quién he podido pasar buenos ratos, como contigo antes de que todo se volviese turbio.

No es tan profundo como tú, y eso casi que me alegra, porque le da ese toque de nostalgia y melodrama que tanto nos gusta. Tampoco tengo miedo de que ocupe ningún lugar extraño, porque nuestra historia nos enseñó a los tres y creo que ninguno volvió a ser el mismo.

He cumplido ya uno de mis objetivos anuales, el más difícil has de saber, ahora puedo aspirar a otras metas; puedo seguir moviéndome.

Creo que también te gustaría escuchar eso, o tal vez ya no. Tal vez ya haya pasado a la recámara del odio, donde existí sólo para utilizarte.

Me gustaría poder proyectar algo más que eso. Poder proyectar que si me importan esos pensamientos, aunque no tenga control sobre ellos, pero tengo que ser estoica o volvería a una espiral infinita.

Ahora, tengo ayuda profesional para mis picos emocionales. Para tratar mi pasado. 

Ella me ha pedido que escriba todo cuanto siento, no sólo la parte dramática de mi existencia.

Vaya fastidio… ¿no, tío?

sábado, 1 de junio de 2024

Runaway II

Que escriba, que escriba...

Pero, ¿qué evoca esto?

A veces, mis emociones sólo son amasijos de fragmentos, mal cohesionados, tratando de salir a flote. Su solución es sencilla; que lo escriba. Claro, como si fuese sencillo fijar la vista y no perderla en el blanco infinito de píxeles que se extiende ante mis ojos, tratando, en balde, que el negro despunte en un conjunto al que acabaría denominando retazo.

¿Es esto un retazo? No, sólo soy yo, con esa canción burbujeando en mis pensamientos, apareciendo en cada recodo, despuntando en el silencio; "Runaway from me baby, runaway"...

Y ese fragmento de mi pasado viaja con ella. Ahora, soy capaz de centrarme en los sentimientos que podía contener ese cúmulo de dramatismo al que, antaño, daba forma, como tantas otras veces, porque el sentimiento vuelve con la canción, pero, ahora, puedo mirarlo de manera distinta.

Ahora, sé que tengo apego evitativo para relacionarme con las personas, por eso siempre sentí que rompía todo cuanto tocaba, por eso sigo sintiendo que lo hago.

Dejo la melodía, a piano, de fondo, y todo son sentimientos...

Mi carne alza el vuelo, también mis huesos; toda mi materia, y veo lo que soy... soy miedo.

Cada vez que siento que alguien va a ser especial; soy miedo. Cuando noto el más mínimo cambio; lo veo a través del miedo y me alejo por ese mismo miedo. Puedo ver mis heridas sangrar alrededor de ese miedo, y aferrarme a la moralidad de sentirme incomprendida, para usarla como motor en el que reforzar ese miedo y poder alejarme.

Luego, la culpa salpicará mis entrañas; pintará un nuevo cuarto para ella sola aquí dentro y tendré que cerrar esa estancia, aunque sepa que la puerta se abrirá eventualmente y me arrastrará a su interior, donde la pintura todavía está fresca para seguir manchándome.

Pero yo preferiré ese nuevo cuarto a volver a perder a otra Sandra, a otro Javi... porque no querré otra esencia escurriéndose de manera infinita entre mis dedos, sin poder hacerla nunca más mía.

Porque preferiré romantizar esa ausencia, ese dolor y esa culpa, sin dejar que la otra persona llegue siquiera a comprender un ápice de este dolor, porque habré sido incapaz de compartir a mis preciosos fantasmas... porque son míos. Es lo único que me queda de ellos, ¿para qué iba a querer compartirlos? ¿para que me abandonen al completo?

No. 

Mejor huye y deja que te romantice, serás parte de estos píxeles negros, pero no por mucho tiempo, porque ya tengo a tres eternos, no puedo querer tanto a nadie más. Y yo... yo seré la mala en otra historia, pero mejor eso a que empatices conmigo y sea la víctima; nadie se merece eso.

jueves, 30 de mayo de 2024

Fragmento.

Querido mendigo,

Últimamente, todo han sido despedidas. Las personas se tornan encapsulaciones de arena, que acaban por desdibujarse en el tiempo, una vez las has dejado ir. Es complejo, porque, llegado ese punto, la mente disocia y parece que esas personas nunca ocupasen un lugar real.

(…)

lunes, 20 de mayo de 2024

Despierta.

Despierta. Sigo despierta.

Hoy no he tomado ninguna pastilla, he preferido que mi mente se debata en ese tormento eterno por saber qué quiero.

Ahora mismo, estoy triste y con poca fuerza. Te diría algo muy distinto si hubieses preguntado hace unas horas, cuando sentía que podía enfrentar al mundo entero por poder resguardarte entre mis brazos.

Ahora me siento estúpida. Una estúpida que espera.

Ahora, me pregunto qué espero, me pregunto si mi confianza se está resquebrajando o si soy yo la que lo hace.

Hoy, siento que el amor no es un idilio. Que no va a aparecer la persona perfecta y vamos a tener algo precioso y duradero.

El amor es una construcción, es trabajo.  Es no guardarse lo que uno siente porque sabes que la otra persona puede escucharte, porque sabes que no es blanco o negro y que habrá un acuerdo que os hará sentir queridos, que el dolor no se expone para reclamar nada, sino para hacer que las cosas funcionen mejor y evitar que se quemen.

Que el amor no es sano de origen, que se construye con otra persona, que no está sana, al igual uno mismo, porque ¿quién lo está hoy en día? Que tampoco es perfecta ni tiene todo lo que quieres, porque esa persona ideal no existe, y siempre habrá algo con lo que lidiar. No se puede tener el control, solo acuerdos que acerquen a esos dos corazones a entenderse un poco mejor.

Hoy… hoy estoy triste. Porque tu partida ha sido tan abrupta que me duele no saber qué pasaba por tu cabeza este tiempo como para que, los acuerdos en los que yo creía que nos encontrábamos, te estuviesen alejando.

Hoy no entiendo cómo se ha roto todo de un día para otro, igual es que te has cansado de que nunca haya sido fácil, no puedo culparte tampoco por ello.

Mi balanza tiene un agujero, y se escapan por él las cosas buenas al no tenerte cerca para construirle juntos un parche. Hoy pienso más en que te estoy forzando a quedarte cuando ya me has dicho que quieres irte. Cuando, supongo, habríamos puesto otro acuerdo si te quisieses quedar.

Hoy me siento culpable por las palabras que hayan sido un ancla para ti, porque las decisiones no se toman a la ligera y, si ya la tomaste la otra noche ¿quién soy yo para tener que hacerte ver lo contrario?

No soy nadie, ni quiero serlo. No así. Si hace tiempo que te falta algo conmigo, si no soy la persona que te llene, tampoco quiero que te fuerces a que lo sea.

Yo quiero mi relación sana con quien quiera también construirla conmigo, y será difícil. Más ahora que viene el duelo, pero esta vez… esta vez ya tengo cita para empezar con mis herramientas. Estoy contenta por ello, que es más de lo que podría decir de mí hace dos años.

Stolen Dance.

Nos arrebataron el paraíso, ese al que sólo las personas de las flores tienen acceso. Nosotros tuvimos que contentarnos en imaginar cómo sería, cómo habría sido que nuestra infancia no estuviese cimentada en un mar de cenizas, en imaginar cómo sería cruzar las puertas de esa utopía y haber crecido felices, al margen de una historia manchada que todavía nos persigue.

Parece no importar todo lo que afrontemos al miedo, él siempre se hace más fuerte y nos recuerda por qué no podemos ser personas normales, simplemente, los idilios pertenecen a las personas de las flores, que no se complicarían en trabajar el entramado complejo de una relación que se salga de ese paraíso. Tal vez ellos las tengan, porque debe de ser mucho más fácil convivir con alguien que no tiene traumas. Tal vez por eso sean felices y siempre tengan flores.

Yo, me contento con las épocas en las que soy realmente feliz, porque creo haber encontrado a alguien que no teme a la profundidad de mis heridas, porque me conoce lo suficiente para saber que no me rindo nunca, a menos que quiera que me rinda. Y abrazo mi dolor cuando decide irse, porque valoro lo feliz que he sido.

Yo solo quiero ser una persona de las flores, quiero borrar toda mi historia y hacerla de nuevo. Quiero que no me siga condicionando esa soledad, ni ese miedo. Quiero no sentir tanto y poder expresar todo de otra manera. Pero, a veces, no puedo, porque, por mucho que haya trabajado y lo siga haciendo, a veces, soy esa persona rota, y no me queda más que abrazar mis pedazos hasta recomponerlos otra vez, y es algo complejo.

Supongo que tú debes sentirlo igual y prefieres no hacer frente al miedo, porque, a veces, es más sencillo dejarlo ganar. Yo lo sé. Sé de sobra lo que aterra y lo que cuesta, cuando nos hemos criado así, con una coraza para protegernos del mundo que sólo nos hacía daño. Yo lo sé de primera mano, no puedo culparte ni odiarte por ello. Me gustaría abrazarte y pedirte perdón por no haber sabido ver esa parte tuya que estaba volviendo a la coraza. Ojalá haberla visto antes para saber que esto te estaba superando y que necesitábamos ayuda, me duele pensar que es tarde y que te he perdido, que esa horrible sensación de no encontrar a la persona a la que amas en el brillo de sus ojos va a volver, que, ahora, vas a ser un extraño que no me quiere ni ver...

Pero tienes que estar contento, estos días le gano a batalla a mis sentimientos, y he pedido ayuda para no dejar que me engullan. Tienes que estar tranquilo si esta decisión es la que necesitas, yo no voy a estar sola y tú tampoco lo estarás y, si ya no quieres luchar, te guardo un sitio en mi corazón para cuando hayamos dejado de sentir, para podernos apoyar desde la amistad, que es el final que se merece esta historia tan bonita.

domingo, 19 de mayo de 2024

Duelo.

Me duele el cuerpo, los huesos. Siento cada parte con una palpitación fuerte, como si las entrañas me desgarrasen y apretasen cada desgarro.

El aire llega extraño a mis pulmones; el corazón no está bombeando como debería.

El suelo es frío y hace que me sacuda como un trozo de tela al viento, y este ardor... este ardor oprime mis intestinos con candencia, dispuesto a fundirme el alma si se lo permitiese.

No voy a permitírselo, aunque sé que tengo que habitar un tiempo con todo ello. 

No puedo sola esta vez, y es algo que nunca antes me hubiese permitido decir, pero me hago mayor y no puedo con todo; ya no tengo esa pretensión en mí misma.

Ahora, miro de frente esta avalancha, y sé que va a engullirme. Sé que va a corroer mi carne y exponer mis huesos, y no puedo hacer como que no me importa o como que no ha pasado, porque el dolor es tan fuerte como imaginaba, y tiene que existir para no mellar mi futuro otra vez.

Cuando pase la tormenta, me imagino en la cumbre, con una mente sana y con todas estas ganas de hacerlo bien, pero ahora, sé que van a irse, y quedarán sustituidas por esas ganas de no sentir todo tanto, que se transforman en una penitencia.

Yo también quiero que las cosas sean más leves, que no me importe tanto lo que ocurre, que no me devore y destroce el amor, como siempre lo hace, pero algo debe estar mal en mí, como para volver a este sentimiento tantas veces.

Me gustaría saber qué es... qué pieza está rota, para poder cambiarla. Para ser el faro de Alejandría y no la barca con remaches que se esfuerza por mantenerse a flote.

Estoy en shock, porque no me lo esperaba.

Porque ha costado tanto construir que pensaba que todo estaba bien cimentado, como para pasar el huracán y seguir conociéndonos; seguir invirtiendo en esta reforma que ambos sabíamos que iba a ser dura, porque siempre lo ha sido, pero bonita, como también lo ha sido siempre.

Ahora, solo tengo esas palabras rondando la mente: "hace un tiempo que siento que me falta algo". Ojalá haberlo sabido todo ese tiempo, para que no lidiases tampoco con esa carga solo, o para haber cerrado mucho antes esto, si te sentías incompleto a mi lado.

Lo que a mí me faltaba, ya lo sabes, no es algo que te haya ocultado. Es algo que he expuesto muchas veces para poder trabajarlo, pero sé que ha sido un mundo para ti y que no soy la persona de tu vida como para poder cambiarlo o invertir más tiempo en una relación que debe ahogarte.

No puedo culparte por ello, a mí me gusta una unión más fuerte y a ti una independencia más marcada, y es algo que ha estado ahí siempre y ha acabado por devorarnos.

El problema es que veo tan fácil la solución para que funcione, veo tan fácil tener ganas, que me cuesta comprender que sea todo un mundo para ti, pero eso es porque no soy yo la persona adecuada y es con eso con lo que debo de quedarme para no romantizar una ausencia que no se ha paliado.

Me llevo, sobre todo, una buena sensación, porque lo que teníamos era una construcción muy sana. Se hacía difícil porque no barríamos los problemas debajo de la mesa, los afrontábamos, y eso es lo bonito.


sábado, 10 de febrero de 2024

Divagaciones III: La bruma de los sueños.

Corremos de camino al río, como si el tiempo no hubiese acontecido.

No hubiese entumecido nuestra piel, allí donde nuestras manos se tocan, no hubiese hecho un caparazón pétreo allí donde el corazón retumbaba en sus latidos.

Vamos descalzas porque, el hendir de la gravilla en la planta de nuestros pies, no es suficiente para borrarnos al sonrisa.

Te giras a mirarme, con esa sonrisa de ojos chinos que tantos años se me ha clavado como estacas, y me aferras más fuerte, mientras rompes conmigo la tranquilidad del agua, en un impacto frío.

Nuestras manos se sueltan en medio del agua, pero vuelven a encontrarse cuando la rompemos de nuevo, buscando aire en la superficie.

Tu risa vuelve a llegarme, como una dulce melodía que contorna mis oídos; un sonido que llevan años queriendo volver a escuchar.

Me tiras agua, aun riendo. Yo te sonrío de vuelta, claro, pero no sabes que, el surco que ves dibujarse en mis labios, es una risa entumecida, triste, porque todo mi ser sabe que, este fragmento, no es real. 

Sólo es un recreo de mi mente para traerte de vuelta un tiempo, aunque esta ya no seas tú. Aunque, al despertar, vayas a borrarte, junto con mi risa quebrada. Pero ahora estas aquí, ¿no? eso es lo único que me importa.

Así que, apreto tu mano, no dejo que te escurras y, mi siguiente sonrisa, es la más cálida que encuentro. Porque no eres real, pero tu recuerdo sí lo es y no merece una sonrisa quebrada en este instante tan nuestro.

Al mirarte vuelvo a casa. Y me pregunto, en medio de esta utopía teñida de tristeza, si no será que siempre encontré en ti a mi persona de vida, pero que, este amor, encontraba un muro tan alto como ser personas del mismo sexo, con gustos por el sexo contrario.

Me pregunto si, este amor, durará para siempre en mis recuerdos, melancólico, a la espera de volver a encontrar alguien que, sin poder llegar a serlo, sea el amor de mi vida.

Después de esto, quedan brumas y resquicios del despertar.

sábado, 27 de enero de 2024

Divagaciones II: El rasgar de las pesadillas.

 Es solo una pesadilla. No es real.

No es real aunque no puedas hablar con nadie. Es solo una pesadilla. Solo una pesadilla y ansiedad.

(...)

Es como volver al túnel. Un túnel temporal que me devuelve a mi infancia. A cuando mi madre me llamaba infantil por despertarla con miedo, por no entender lo que es la nictofobia.

Hace tiempo que no me sentía así. Tan sola en medio de la noche, sin poder recurrir a nadie para contarle que me ahogo en otra pesadilla. Que los seres sombra han vuelto, que a mi gato le han acuchillado un ojo.

Vuelvo a ser yo, en medio de la oscuridad. Vuelvo a ser yo, sola, en un camino eterno.

Que son retazos lo que vuelve cada noche, lo que anida en nuestro subconsciente y nos devuelve a un estado primigenio de consciencia, en el que puedes desfallecer porque no encuentras ni un ápice de tu ser, porque, en la soledad, somos terranos aferrados a esa oscuridad subyacente.

(...)

domingo, 14 de enero de 2024

Kenmeina.

No la vi venir.

No sabía que mi corazón había quedado sepultado en este duelo. He cavado hasta lo más hondo, me he dejado las uñas, la piel, la sangre, pero no lo encuentro. Debe de haberse recluido por sí mismo; sé que me pide que pare.

No quiere volver a sentir y no le culpo. No es su momento.

Te mentiría si te digo que no quiero hacerle caso; yo también siento que no lo es.

A veces, me levanto y no tengo ganas de continuar en un idilio que ni me creo, porque sé que tengo un tope tan grande sentimental, que me fuerzo a estar bien siguiendo los dogmas en los que siempre he creído, pero que, ahora mismo, no me valen. 

No quiero dejar un rastro de cadáveres a mi paso, por eso, no quiero ahora la profundidad del ser en los sentimientos. Solo quiero que sigan recluidos mucho tiempo, para que no pueda volver a perderme a mí misma. Nadie se merece eso, sé que ni siquiera yo, pero es el camino que necesito ahora.

Me he sentado todos estos días frente a mí, me he exigido una respuesta y siempre me doy la misma; el tiempo es tuyo, no puede ser de nadie más ahora mismo. Ya no es que mi ritmo sea lento, es que siento que se paró y, cuando lo fuerzo, llega la apatía.

En algún momento, mi corazón volverá del lugar en que esté. Rearmará su lógica y será el de siempre. Ahora, eso no es posible y tampoco quiero ir a buscarlo. Voy a darlo por perdido una temporada y quedarme con esa parte que sólo piensa en que he entrado en una nueva década y toca hacerle frente a los sueños acumulados de la Alicia pasada. Saber cuáles siguen presentes; apostar por ellos.

Ahora creo que la soledad sentimental es preciosa, porque no te distrae. Porque impide que quieras a alguien, hasta dejarte los huesos, y sientas que sólo eres una sombra, que no eres suficiente. 

Yo quiero dejar esos sentimientos a un lado completamente. Yo quiero curar esas heridas. Yo no quiero ofrecer esa misma moneda y, ahora, es todo el cambio que me queda.

Cojo mi espada una vez más. Esta década la batalla tiene que ser distinta.

sábado, 6 de enero de 2024

Dagas.

 Las personas somos dagas. Aliadas si las tomas por la empuñadura, hirientes si las tomas por el filo.

Y, en primera instancia, vas a ciegas, no sabes con qué se va a topar tu mano.

Yo hoy corto. Debo de ser toda filo. Hoy cortas; también debes serlo.

Han vuelto los sentimientos agónicos y me vuelvo a hundir en el agua. Ahora, ya no soy la mártir. Ahora me hundo con mi propio peso también.

Tú tenías tus herramientas y tus ganas, con ello hiciste lo que pudiste. Yo también hago lo que puedo, a sabiendas que hay tristeza en los dos lados del río. Tiempo atrás, no quise cruzarlo, tuve esa conversación con el barquero, pero se me olvida que estaba perdiendo el alma y quemé la última oportunidad antes de coger la barca.

Nada es fácil cuando lleva sentimientos. Lo fácil hubiese sido que no los llevase, pero no tengo esas cartas esta vez. Así que me subí a la barca y di mi fragmento de felicidad. En días como hoy, noto el hueco.

Pero las cosas son como son. Estoy en esta barca, con esta mochila de piedras, por un motivo y, a veces, parece que se me olvide qué me ha traído a este viaje, así que me toca abrir la mochila y ver las lágrimas en cada una de las piedras. Es mi acto egoísta para no sentirme tan culpable, pero, aunque me gustaría, no te creas que funciona del todo.

Causa un efecto rebote y el dolor está llamando a la rabia; el odio está entrando en juego. Así que, antes de que lo haga, he decidido cerrar la mochila y ponerle un candado.

Lo entenderás si te explico que, toda mi infancia y adolescencia fui una persona atrapada en el pasado, en todo aquello que perdí. Tras la infidelidad que viví, pasé a quedarme atrapada en el futuro y en todas las cosas que deseaba que hubiesen sido y nunca fueron, siempre a la espera de realidades que nunca llegaba a alcanzar.

El año pasado conseguí vivir en el presente. Ser mejor con las cosas que tengo ahora y seguir construyendo para paliar todo aquello que hice mal. Eso implica olvidar grandes momentos, tanto malos como buenos, para dejar el espacio suficiente y centrarme en eso que tengo delante. En este último tramo, perdí a esa persona que tanto me costó construir y ahora la tengo que recuperar. Está siendo duro, pero lo agradezco, porque al fin entiendo cosas que, sin este tramo, no podría haber entendido nunca.

No me arrepiento de cómo he hecho las cosas, porque luché hasta quedarme sin alma por aquello que quería, hasta comprender que lo tenía que dejar marchar porque me había perdido a mí misma y no iba a ser capaz de recuperarme en ese camino. También te pido perdón por decidir ser egoísta esta última vez y priorizarme a mí, pero no podía seguir perdiéndome y sé que es algo que entiendes.

Cada vez que hablamos, tengo que volver a ese camino y abrir la maldita mochila, siendo que las piedras caen en avalancha sobre nosotros. Así que, en este punto, la opción más sana es dejar de abrirla, aunque eso nos devuelva al inicio del camino y volvamos a ser dos extraños.

Lo hago porque no quiero que vuelvas a encontrar un filo cuando me busques, ni tampoco quiero seguir sintiendo que tus palabras no son sinceras, que no correlan con tus acciones y manipulan, trayendo consigo también ese filo.