domingo, 21 de septiembre de 2025

Domingo. Bitácora 7.

El domingo cae con el peso de los desesperados. Hoy no me veo nada fuerte…

Tu imagen danza de manera constante por mi subconsciente y sigo imaginando que llegue el momento en que pese más el amor que le miedo.

Me torturo, como puedes ver, pero es que “he abierto mi cadáver y puedo ver de qué he muerto”. Supongo que ese es mi don, aunque en días como hoy pese como una condena.

Me imagino mi estado mental dentro de otra semana, supongo que las cosas habrán bajado un poco esta intensidad.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Estoy jodida. Bitácora 6.

Te imagino en la puerta de casa, esperándome, solo para decirme que quieres luchar… que quieres intentar reparar lo que un día rompimos y llevas en el pecho… que quieres salvar esa distancia por mí.
Joder, no quiero olvidarte… no quiero que dejes de ser quien eres ahora para mí. Pero me duele el pecho diariamente y tengo que escaparme a llorar cuando las cosas me recuerdan a ti.
Estoy jodida.
Te imagino una tarde más jugando al wow en casa y luego pudiendo chino y viendo una peli. Te imagino andando conmigo por valencia, hablando de algún recuerdo del pasado. Te imagino frente a mi, en la mesa 11 del ramen, mientras me dices lo que te encanta verme comer. Te imagino a mi lado, en tu sofá, abrazados, o dormido en mi regazo…
Te echo tanto de menos…

Vísceras. Bitácora 5.

Siento que siempre tengo que ser perfecta para ti, que no puedo mostrarte mis sentimientos porque eres frágil a ellos, porque los tomas como balas en vez de como puertas a la conexión. Siento que siempre tengo que ser estable y que tengo que estar hipervigilante, porque las cosas que no te gustan no las hablas, solo las guardas y te alejas en consecuencia, creas muros en vez de ser vulnerable y decirle a las personas que amas qué pasa, para poder arreglarlo. Eso es el inicio de  las dinámicas tóxicas y aterra pensar en no tener descanso realmente, porque contigo nunca se sabe si algo te ha sentado mal, porque no eres cálido cuando algo te molesta, no eres constructivo. Para ti, el daño siempre está fuera, no ves que estos mismos patrones son los que crean también ese daño y prefieres aislarte emocionalmente a trabajarlos.

Contigo, tengo que ser perfecta y seguir fustigándome por una versión mía que no te gustó, sin ver la versión tuya que me ofreciste, sin ver que también me hiciste daño y que tu eterna condena a mí me sigue pesando. Me has tratado como si fuese carnaza, me has dejado entrar, a tu lado de nuevo, has sido constante, has tocado mi cuerpo, todo y sabiendo que no ibas a abrirte emocionalmente a mí, todo y sabiendo que llevas dos años juzgándome por lo mismo, solo que yo no sabía que no podía abrirme en ese momento y tú eras plenamente conocedor de que siempre iba a pesar más el ego.

¿Que tengo que hacer con todo esto? Hablarte desde ahí es manchar nuestra despedida, después de todo el amor que tengo para cerrar, así que, debo dejar que vivas en la inopia, pensando que soy yo la causante de que estemos así.

No podríamos crecer con tus constantes bloqueos a hablar las heridas y sanar. No podríamos crecer sin un lugar en que dejar ir eso y tú no quieres trabajarlo… lo que es sinónimo de que no vamos a crecer nunca juntos, y duele como estacas…

viernes, 19 de septiembre de 2025

Tengo que respetarte. Bitácora 4.

Hoy pesas y eres ligero. Me convenzo de que la vida sigue como si tal cosa, mientras el dolor sigue instaurado en mi pecho.

Me atrevo a sonreír, hasta que tu imagen ensombrece mi mente y me quita la sonrisa.

Siento mucha rabia de que tengas miedo, y aun mas de no poder respetarte si es lo que quieres hacer.

Solo hay una vida, ¿no vas a arriesgarte a vivirla con la persona a la que amas? Igual sea eso, que no soy la persona a la que amas.

Que te enamoraste de un ideal y no te esperaste a conocer a la persona verdadera, que me cubriste de expectativas en un momento en que te dije que estaba mal, y no super como romper eso bien… no supe como salir del rol de perfección.

Aun creo que sigo metida en él. Andando de puntillas para no volver a arañarte el corazón. 

Ojalá pudieses decirme qué es aquello en lo que te hago daño, para repararlo al momento.

Ojalá no te aferrases a las palabras mal dichas, como si fuesen una verdad absoluta, de la misma manera en que no lo haces con las bien dichas.

Ojalá me juzgases por mis actos de verdad. Por todo lo que soy siempre para ti y no por una versión mía que había tocado fondo. Por dos semanas negras, como si fuesen el absoluto de nuestra historia.

Pero tengo que respetarte… tengo que ser madura y respetarte. 

jueves, 18 de septiembre de 2025

Un hueco.

Has elegido activamente que no merezco la pena, como siempre tuve miedo que pasase… y ahora, el corazón me oprime el pecho desde hace una semana y parece que este dolor no vaya a tener fin.

Supongo que no eras tú y esa es toda la lectura que yo tenga que hacer a esto. Que el universo te quiere alejar de mí para que deje de verte desde los ojos del amor, pero duele tanto… no imaginaba volver a sentir este dolor otro vez, pensaba que lo había anestesiado.

Ahora, no sé cuánto tiempo me quede con mis fantasmas, y me aterra… porque cuando se vayan, también te habrás ido tú, y todo esto ya no tendrá un sentido, solo habrá sido un aprendizaje.

Parece que nuestro amor haya venido con el signo de una condena y da igual la fase en que estemos, esa maldición no se quita.

Siento mucho dolor y mucha rabia, porque sé que esto se puede si los dos queremos intentarlo… pero me has dejado claro que no quieres y eso duele hasta quebrar los huesos.

Me imagino que a tu lado debería haber sido siempre perfecta, porque nunca has sido capaz de perdonarme mis errores, lo veo en tus acciones, aunque me digas que entiendes que soy humana y no soy perfecta… siento que realmente a no lo haces, que no eres empático conmigo, ¿pero lo soy yo contigo si te digo todo esto?

Eres libre de marcharte y esa decisión debo respetar, hasta que ya no tenga sentido volverte a abrir un hueco en esta vida.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Roto.

No tengo hambre. No tengo sueño. No tengo ganas de pasar otro duelo… hoy también quiero dejar de ser yo.

¿Por qué lo romantizo? Si sé de sobra que todo se puede intentar cuando amas de verdad a alguien. 

¿Por que te escudo en tu dolor? ¿Por qué te justifico? Porque no quiero ver que, en realidad, no soy la persona de tu vida, no me amas, y eso solo significa que tampoco eres la mía.

Llevo horas sobre mi misma llorando y el dolor no se va… por eso nunca quiero amar. Porque yo también tengo miedo, porque mis sentimientos son más profundos… van más allá.

Me he quebrado y no me apetece recomponerme. A mí solo me apetecía que todos los días fuesen como ese viernes, que creciésemos juntos, que sanásemos y madurásemos. Ahora, se queda solo en el amor, pero el amor no es nada sin las ganas de luchar y hacer las cosas bien.

Me quedo con tu imagen sosteniendo el carrito de nuestra bebé ensartada en el pecho, porque nunca te he dicho que te veía el padre de ella. Nunca te he dicho que me imaginaba viviendo contigo, discutiendo, riendo, amándonos. 

Tampoco te lo diré nunca, se quedará conmigo hasta que olvide que sentí todo esto. Hasta que vuelva a adormecerlo.

Ya no serás mi marido. Ya no andarás conmigo de la mano ni redescubriremos cada tramo de la piel del otro. Ya no nos veremos viejos y con arrugas, ya no podremos decir que el amor fue más fuerte porque nos elegimos por encima de los miedos.

Porque no lo hicimos. Porque tú no me has elegido y yo no me he quedado a pesar de eso. Porque ambos hemos elegido separar nuestros caminos.

No puedo cumplir mi promesa ahora y me aterra si serás un extraño la próxima vez que vuelvas, como sentí a mi antiguo mejor amigo… sin remedio. Solo otra puerta al pasado.

Al menos, yo viviré en tus recuerdos. Al menos seré eterna en ellos. Y tú serás una de las pocas personas a las que he amado con el alma en esta vida, creo que te gustaría saber que alguien te quiere así, desde lo genuino y no desde la intensidad. 

Desde lo genuino acepto tu decisión, aunque tenga el corazón hecho trizas y tantas horas con un solo café y unas patatas..

Ojalá es lo que repetiré cada día, mientras tu ausencia siga doliéndome así en el pecho… como todas estas horas.

Ojalá me amases otra vez, queriendo ser maduro en esta vuelta y no solo emocional. 

Ojalá dejases que te amase yo esta vez, desde todo lo bonito que sé amar y no solo desde mis heridas.

Ahora le tengo que decir a mi mente que deje de esperarte, que hay que avanzar y no cerrarse al amor… pero cómo hago eso… dime.

Nada me pertenece.

 Mi casa no es mía, es de las cucarachas, de las exigencias de los vecinos y del banco. También podría ser del agua, si decide volver.

Mi trabajo no es mío, allí mi alma se apaga y nunca soy suficiente.

Mi corazón no es mío, es de los errores que no puedes perdonar.

Mi cuerpo no es mío, es de esta tristeza que vs a acabar de derrumbarlo.

domingo, 14 de septiembre de 2025

El hombre del tiempo.

El hombre del tiempo vive atrapado en los recuerdos. Acude a ellos de manera sistemática, entre sus fragmentos de desidia, comido por la gravedad del mundo cotidiano, que lo absorbe en una urbe a la que, por desgracia, debe pertenecer.

Se deleita imaginando un mundo abstracto, utópico, en el que esas encarcelaciones humanas no pueden rozar su piel ni consumir sus entrañas. Se plantea el sentido de la existencia, mientras pasa otro período ausente, divagando en un mar de anhelos, con su bote y todas esas llaves que usa para abrir puertas al pasado.

Y es que el hombre del tiempo habita el pasado. Lo hace mientras las luces de los tugurios inciden en sus ojos, paulatinamente, cada noche que sale a pasear y se pierde entre los andamios carcomidos que han visto el paso de su existencia. Se siente insignificante cada vez que los contempla, maravillado por lo ínfimo que puede resultar su ser ante los escombros en que se han convertido las construcciones; bellas y distantes.

Lo habita también cuando las luces pasan rápidas ante sus pupilas, sentado en uno de los asientos de otro vagón, mientras la música hace de amolde mental a sus ideas, que no hacen más que reportarle lejos de la realidad que le ha tocado habitar.

Él ama, con absoluta intensidad, solo que teme perderse en los laberínticos pasajes de aquello que no puede controlar. Teme porque su inteligencia es incapaz de desmembrar la cuantía humana de las formas del subconsciente, y termina por alejarlas de sí mismo, obtuso, convenciéndose de que no pertenece a esos lugares que solo le traen quebraderos.

Si pudiese llevarle a un mundo carente de esas realizaciones humanas a las que se vuelca con fervor, creo que sería incapaz de darme el significado real que yo veo en la existencia. Tal vez eso sea lo que más nos aleje; el muro que se crea cuando transitamos nuestro propio significado de la realidad y no somos capaces de reconocer la visión del otro en ella.

¿Será el hombre del tiempo capaz de abrirme un espacio a la intimidad cuando la lógica le abstrae?

¿Seré yo capaz de dejar habitar mi mundo a alguien cuando siento que no percibe el sutil matiz del raciocino desde la inmensidad del subconsciente?

El hombre del tiempo y yo tenemos una cápsula de amor desde que nos conocimos. Acudimos a ella cada vez que la presencia del otro se ha desmaterializado.

Yo lo sé porque lo he visto en sus ojos cada vez que me lo he encontrado fugazmente, en un inciso de nuestra distancia, también por el brillo que tienen cuando me miran, donde reside el amor y el temor.

Él lo sabe porque he dejado de alejarle de mí y ahora dejo que toque mi piel, aún cuando tengo miedo de que nuestro amor se consuma y se rompa esa cápsula.

Porque, si se rompe.. tal vez yo pasaría a formar parte de una de sus puertas y él se perdería en mis vacíos mentales hasta dejar de existir. 

Tal vez…


sábado, 13 de septiembre de 2025

Al borde de la línea.

Sé que nadie me va a entender, no de la manera en la que necesito que alguien me entienda. Luego, me planteo, si esta necesidad es real, o solo es el fruto del anhelo más profundo de mis deseos que surge cuando explota la intensidad.

Me permito sentir a tan alto nivel que, luego, todo se convierte en un vacío perpetuo que ha de oprimirme durante un tiempo más, hasta que haya conseguido dominar el desapego y pueda mantenerme, de nuevo, al borde de la línea.

Esta soledad es extraña, porque toca diversas partes de mi psique. A veces la veo hermosa, necesaria, sin ella ¿quién sería yo? no podría encontrarme en este pozo tantas veces si no me acariciase las entrañas. Otras, me desgarra todo el interior, y yo, desde fuera, no sé por dónde se está derramando la sangre.

Así fluctúo durante el tiempo necesario para que mi cuerpo recupere la estabilidad que ha perdido y luego… luego vuelvo a los placeres sencillos, anhelando el momento en que pueda volver a sentirme así… temiéndolo.

Me encantaría experimentar en mi piel lo que sienten otras personas, y luego compararlo con lo que bulle en mi interior. ¿Será tan distinto? ¿Será esto, en realidad, tan profundo? ¿Cómo verá esto alguien que siente más que yo? ¿Es este el camino a un nuevo despertar y yo, estúpida, sigo perdiéndome en el anhelo de conexión?

El mundo me ha vuelto a poner bajo la mira de la divinidad, y yo sigo fallando eternamente, porque no sé qué hacer con todo esto.

Instintos primarios.

La trivialidad humana en su máximo esplendor, así es como definiría hoy mi paso por la existencia.

Creo que el ser humano está limitado porque no ahonda en los misterios de la psique, que es, en sí, su motor raíz.

La humanidad transita la cotidianidad y se limita a lo sencillo, dejando de ahondar en quienes son aquellos de los que se ve rodeado. El propio individuo se limita a sí mismo porque se impide transitar su propia conciencia e indagar en su propio centro.

Somos una especie limitada por nuestra propia raza, que dictatorialmente ha impuesto un degrado en la capacidad mental camuflado en forma de aliciente.

Me he dado cuenta que me transito mejor en el paso conmigo misma por la soledad, donde no tengo esperanza de compartir estos pensamientos con nadie cuando sé de antemano que es poco casual que los vayan a comprender. Esta es mi intensidad en su máximo esplendor y así es como me gusta vivirla cuando, después de una manera, estoy en esta cresta.

Temo mi siguiente paso por la cotidianidad, porque siento que se me va a volver a apagar la mente y caeré presa de mis instintos más primarios.

Ojalá poder estar siempre por encima de ello, como hoy.

viernes, 12 de septiembre de 2025

Ruina emocional.

Quedarse solo en la ruina emocional, oh sí, qué potente suena eso, Sándor, pero ¿qué quiere decir realmente?

Yo creo que la ruina me la gano yo sola, al andar chafando los escombros descalza. El inminente dolor que siento en el pecho cada vez que no sé gestionar una marea de sentimientos, hasta que consigo surfearla y todo vuelve a su cauce.

Cada vez me cuesta menos, pero veo las heridas que hay. Veo que todavía tengo miedo de dejarme la piel por alguien y no ser vista. Pero, volviendo al mundo real, hay más almas descarriadas que deben sentir esto mismo. La lástima es no coincidir en tiempo y espacio, para que podamos verter estos pinchazos del pecho en una aletargada melodía.

El problema es mío, por romantizar la vida hasta que te consume el cuerpo.

Mi cadáver.

El retumbar de este latir me tiene comidas las costillas.

He leído que esta profundidad se genera con la ausencia de un progenitor y la inestabilidad del otro, el combo perfecto para la sensibilidad… aprender a vivir en modo supervivencia.

A veces me pregunto cómo sería poder verlo todo desde otro prisma, ¿qué sentirán las personas a las que el pecho no les come el cuerpo? ¿qué siente alguien sin miedo a esta opresión que arrasa hasta las entrañas?

Ojalá es lo que digo cada vez, a cada vuelta del ciclo, cuando quiero decir tantas cosas… y sé que se van a entender tan pocas.

Ojalá alguien entendiese mi cabeza, y no solo en la amable teoría, donde se puede racionalizar cada gesto… ojalá alguien supiese lo que es estar en el lodo hasta los codos y no saber pedir una cuerda.

Otra vez más… ¿por qué yo?

A veces siento que el propósito es que mi cadáver acabe en el mar, junto a todas las cosas que nunca fueron mías. En la deriva sentimental, donde te sientes tan solo porque no hay ningún faro alumbrando la costa.

Que aterradora es esa soledad cuando te abraza, aunque solo sea por unas horas, por unos días… quiero mirar otros ojos a los que también devore esta intensidad.

miércoles, 10 de septiembre de 2025

Una hoguera en la ventisca.

La noche cruje entre el desvelo de las ensoñaciones. Llevo horas postrada ante mí misma, días surcando estos océanos de sentimientos que reprimía, cansados de quedar bajo esta piel temerosa y adolorida, furiosos hasta dejarme tiritando en medio del agua, sin saber muy bien qué hacer.

Las cosas eran más fáciles hace unas semanas, cuando fingía que todo eso no estaba ahí. Pero tus labios han seguido buscando mi frente,  tus manos apartando mi pelo, tus ojos brillando con los míos, tus brazos fundiéndose con mi piel. 

Ya me ves... estoy perdida en el eco de tu risa, en los momentos que hemos empezado a compartir y te diría mil cosas, pero sigo observando cuán íntegra he con seguido ser y cuán íntegra puedo seguir siendo, esperando a que la tormenta amaine.

Es difícil... ahora somos personas distintas pero con ecos del miedo del pasado. Con un  muro que da congoja romper, por eso me he armado de una cuerda, un pico y unas buenas botas, solo para decirte que no es necesario romperlo, que puedo escalarlo y buscarte al otro lado cuando estés preparado.

Estoy esperando al sonido de tu voz, pero esta semana tienes ventisca y a mí me toca ser paciente. Demostrarme que puedo permanecer por las cosas que amo, sin echar a correr cuando tengo miedo. Así que... aquí me tienes, avivando una noche más esta hoguera que hemos prendido, esperando a que puedas ver el brillo de este fuego y quieras venir a casa.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Eres una constante.

Tu sofá acoge el peso de nuestros cuerpos, nos envuelve entre el tejido grisáceo de los sueños que estamos dejando sobre su terciopelo.

Me miras y te ríes. Te miro y sonrío también, porque hemos encontrado otro instante de complicidad entre esta hermosa tregua que llevamos meses perpetuando.

Nuestros cuerpos se entrelazan sin haber pedido permiso, solo han dejado de resistir al magnetismo que tienen, y ahora descansan uno sobre el otro, levemente, entre suaves caricias, entre tímidos besos desenfadados, entre nuestras manos entrelazadas.

Muchas son las veces que me has dicho que te gusta cuando te miro y sonrío, después de haber estado divagando. Porque, dices, traigo un brillo intenso en los ojos y una sonrisa profunda. Me encantaría que tu mente pudiese llegar al planteamiento de qué debo sentir en ese momento, y no solo se quedase en la superficie de la belleza que captas. 

Tal vez, fuese capaz de decirte que a veces te miro, y me siento tan profundamente en casa que se me estremece el cuerpo ante el temor de ser consciente de sentir algo así. Que te veo sonreír mientras te pierdes entre tus recuerdos, mientras me abres una puerta a que pueda contemplarlos contigo y se me encoge el pecho ante el amor que perpetuamos juntos. Que se extiende hasta hacerme divagar en tantas cosas con respecto a ti y a mí, que me quedo muda, con esa sonrisa y también con ese miedo a que te estés dando cuenta que me he perdido en ti, tan profundamente, que voy a pasar un domingo llorando sin entender qué pasa… que me perderé en tus palabras de dolor cuando me dices que no serás capaz de permanecer a mi lado nunca más porque el pasado sigue siendo una daga en tus costillas.

Entonces, tengo que retraerme y fingir que eso no está ahí cuando nos reímos. Tengo que aferrarme a tu sofá con desespero, sin saber si será la última vez que podamos unir así nuestras almas antes de que la reminiscencia del dolor tinte nuestro presente de nuevo.

Me encantaría decirte que no sé lo que siento, que no sé qué clase de amor es este. No sé si estoy enamorada de ti o si nuestra amistad ha trascendido lo terrenal y deba encontrarte en cada una de las vidas que tengamos que vivir. Yo sólo sé que te siento profundo, en los huesos. Que no te dejo de pensar nunca, pase el tiempo que pase… eres una constante.

La boda.

En este estado de embriaguez no me importa nada, ni nuestra amistad, ni el amor que me esté reservado. Solo me importa habitar, entre otras cosas la incertidumbre y ser al fin fiel a lo que yo represento, sin que me importe nada mas, como ahora.