El retumbar de este latir me tiene comidas las costillas.
He leído que esta profundidad se genera con la ausencia de un progenitor y la inestabilidad del otro, el combo perfecto para la sensibilidad… aprender a vivir en modo supervivencia.
A veces me pregunto cómo sería poder verlo todo desde otro prisma, ¿qué sentirán las personas a las que el pecho no les come el cuerpo? ¿qué siente alguien sin miedo a esta opresión que arrasa hasta las entrañas?
Ojalá es lo que digo cada vez, a cada vuelta del ciclo, cuando quiero decir tantas cosas… y sé que se van a entender tan pocas.
Ojalá alguien entendiese mi cabeza, y no solo en la amable teoría, donde se puede racionalizar cada gesto… ojalá alguien supiese lo que es estar en el lodo hasta los codos y no saber pedir una cuerda.
Otra vez más… ¿por qué yo?
A veces siento que el propósito es que mi cadáver acabe en el mar, junto a todas las cosas que nunca fueron mías. En la deriva sentimental, donde te sientes tan solo porque no hay ningún faro alumbrando la costa.
Que aterradora es esa soledad cuando te abraza, aunque solo sea por unas horas, por unos días… quiero mirar otros ojos a los que también devore esta intensidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario