Me pregunto si, en su mayoría, el resto de personas también enfrentarán pensamientos y sentimientos tan disonantes como los que yo experimento.
A veces, es hermoso, porque contemplas una idea desde sus diferentes perspectivas, pero, el lado oscuro de esta realidad es que te mantiene perpetuamente en un limbo del que es muy complejo escapar.
Está semana me he mantenido ahí, en ese mar de pensamientos, a la deriva, en busca de una buena isla en la que poder caer muerta; tierra firme en la que poder enraizarme para continuar… pero es muy complejo.
Tal vez sea por eso por lo que odio tanto la incertidumbre, porque este estado es agotador para una mente como la mía. En la claridad se encuentra un remanso más tranquilizador, se encuentran térreos caminos por los que poder avanzar. Pero este estado es una noche de tormenta, sola, en el agua y sin bote al que subirme.
¿Qué creerías tú que debiese hacer? Estoy segura que te encantaría recrearte también en esta ideas, o tal vez no, y lo que creo que eres no es más que una proyección de mis propias ideas… que sé yo,
Lo cierto es que tus palabras me cayeron como un cubo de agua fría y mi cuerpo se rehusa a tocar tierra firme, porque siente una repulsión natural a dar por válidas las cosas que no comprende… otra de las bordadas de mi intensidad; esa imperiosa necesidad de encontrar la paz mediante la comprensión de las situaciones.
Me gustaría preguntarte por qué no fuiste claro antes de dejar que nuestras almas se viesen, supongo que me dirías que no esperabas conversar con un alma… ¿y qué esperabas entonces? ¿qué es lo que buscas cuando miras en los ojos de una persona a la que puede que vayas a abrir un pedazo de tu corazón? ¿hay perversidad en tu manera de actuar? ¿hay inocencia?…
Me pregunto si tú estarás pensando en mí de esta manera tan paranoide, si tus pensamientos seguirán también estos hijos negros.
Me apena pensar que, tal vez, no vayas a conocer a las distintas personalidades de mi raciocinio cuando entro en una disonancia como esta.
Tengo una parte que te entiende, que comprende el descuido o, tal vez, el temor a abrir ese tema sabiendo que estábamos conectando y, realmente, sin llegar a saber lo que iba a pasar en los siguientes días. Esa parte mía te abraza, es a la que más trato de aferrarme, porque es la que quiere darte el espacio suficiente para que tomes las decisiones que necesitas, sin que mi presencia sea un condicionante.
Pero no todo es tan sencillo en el espectro humano, ya sabes que nos aboca a coexistir en diferentes estados entre toda esta bruma.
Entre ellos, siento esta decepción ardiendo y me duele haber dejado tanto espacio si, desde un principio, tenías tus elecciones tan claras. Me mostré ante ti, con mis miedos y con mis planes, con lo que espero y lo que busco, y lo acogiste cálidamente entre tus brazos… me pregunto, entonces, por qué no me mostraste desde un principio esas inseguridades, si no habías entendido ya que necesitaba lo que me dijiste el sábado mucho antes.
Me hubiese gustado decirte mil cosas, entre ellas, las diversas soluciones no tan extremistas a las que puedes acogerte también, si tu futuro, en realidad, lo ves más cerca de tu hogar. Pero, claro está, no es algo que me corresponda a mí decirte, porque entraríamos, de nuevo, en el factor condicionante.
¿Entiendes, ahora, esta deriva? Si toco tierra, es para dejarte marchar, quedándome a las puertas de saber si había algo en ese interior que fuese a solidificar de verdad con el mío. Y, si te espero, como bien puedes ver que hago, me condenas a seguir perdida en medio del océano, sin saber muy bien si me vas a hundir o a ofrecer un bote.
Vaya jodienda, tío.
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