Yo sé que eres tú y lo llevo con entereza, porque como sé que eres tú, ¿por qué iba a llevarlo de otra manera?
Absurdo, se me antojaría, andar suponiendo cosas que me sacasen de mi centro, disparasen mi ansiedad o me dejasen fuera de lugar, otrora, tal vez, esto hubiese sido lo más común; regodearme entre las marañas de las infinitas posibilidades que puede ofrecer la ambigüedad en otra persona.
Contigo, no me pasa. Sé que eres tú, de la manera que sea, habitando mi vida o habitando una cercana, en presencia o a distancia, no veo que vayas a irte por algún ramal que desconozca y me suma en mórbidos estados de alteración.
Contigo, mis palabras se acogen, las acciones cambian, ¿por qué habría de alterarme entonces ante un flujo natural del ser que se ha establecido entre nosotros de manera tan fluida?
Podría pues, llegar ha suponer que, entre el ardor de los deseos, mi vista se viese nublada por las necesidades de mi subconsciente proyectando en ti una fantasiosa imagen de realidad que dista mucho de la propia, sin embargo, no acontece que me vea embriagada por tales instintos arrabaleros.
En ti, hay un alma, no tengo que llegar a lo carnal para sentir tu presencia en mi interior… nunca había sentido eso, dime tú si esto es amor.
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