Concentré, pues, mi caos mental vomitado en líneas y, con ello, no conseguí más que el reflejo de una mente perturbada que moría entre palabras.
lunes, 19 de noviembre de 2012
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Mis entrañas ya no me duelen cuando el hambre las hace estremecerse, porque aprendieron que mayor era el dolor de vacío que se hospedaba en cada rincón de mi cuerpo. Tiene una sonrisa preciosa, y yo largas noches de insomnio para pensar en ella.
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