Fly.
Mis pies se desprenden del suelo, mi única preocupación es conseguir que mi pelo forme parte del viento y que mi piel se una poco a poco con las moléculas de ese aire con el que tanto tiempo llevaba soñando. Mi estómago se precipita a la nada, obligando a que mi cuerpo caiga sumido en la sensación de vacío, de ausencia de gravedad, mientras que mis ojos no pueden evitar perderse en la inmensidad azulada que se expande ante mí. Estiro ambos brazos, con las manos bien extendidas, y de ese modo las nubes no tienen más remedio que pasar entre mis dedos, de acariciarlos suavemente mientras se escurren o se disipan. Por más que lo describiese, sería incapaz de relatar el sentimiento que se apodera de mí cada vez que esta escena se repite, creo que todos somos conocedores de esa sensación que nuestros sueños nos permiten sentir, pero que nuestra realidad nos obliga a refutar u olvidar cuando estamos despiertos, nos obliga a ser conscientes de que lo que creemos experimentar cuando nos alcanza el trance del sueño no es real, por eso me veo incapacitada a relataros el sentimiento que me invade cada vez que mi mente me permite volar, porque soy consciente de que nadie entendería que piso la línea entre la realidad y la imaginación..
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