lunes, 19 de noviembre de 2012

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Es el grito del preso que rebota contra las paredes que almacenan el vacío, porque no encuentra nada más que eso; vacío. Porque no siente nada más, sus ojos solo lo abarcan y no son capaces de ver el final, solo se humedecen al notar que dejan atrás un poco más del ser que los posee. Éste se siente perdido, el horizonte sigue sin dibujarse, sin trazar un confín y los temblores de exasperación son cada vez más pronunciados sobre su fría piel. Se encuentra desnudo ante la oscuridad, hace tiempo que su sombra lo dejó atrás, pero él sigue avanzando porque sabe que hay luz allá donde las tinieblas acaben, sabe que hay esperanza más allá del miedo y la cobardía. Puede que tome el camino equivocado, que constantemente lo haga, porque en la oscuridad es difícil encontrarse a uno mismo. ¿Podría volver atrás, pues, en vez de buscar algo tal vez inexistente?, sí, podría, atrás dejó miles de caminos, pero sabe que si los dejó es porque, pese a estar alumbrados, tal vez no eran los correctos. A veces los enemigos se esconden tras la luz cegadora que impide que veas sus rostros y quién realmente merece la pena sigue vagando bajo el hastío de la negror, o tal vez no, ese es el motivo por el que se recita a si mismo una y otra vez “-No se teme a la oscuridad, sino a los individuos que viven en ella, y si yo vivo en ella, tal vez haya que temerme..”, y con ello avanza, o eso cree hacer, porque ni siquiera ve sus huellas. Lleva tanto tiempo dentro que teme el efecto que la luz pueda tener sobre sus dilatados y castigados ojos. ¿Sabíais que no duerme? solo relaja su cuerpo, hace tiempo aprendió que su mente jamás lo dejará descansar, ni en sus sueños más profundos puede escapar de sus más serios problemas. Hace tiempo que dejó de pensar en el motivo que lo hace seguir de pie, pero sabe que hay uno, siempre hay uno..

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